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el hambre abunda en la región centroamericana; el analfabetismo se une a esa falta de
alimentos y las oportunidades para estudiar y progresar, son prácticamente nulas. Si
repasamos lo que significa el tenebroso y peligroso viaje en el tren que han bautizado “la
bestia”, el carguero que toman al sur de México y atraviesa a ese país, nos damos cuenta de
que el viaje lo han hecho estos niños con el riesgo de ser violados, asesinados, secuestrados,
mutilados o simplemente desaparecidos.
El periplo que realiza el tren va más allá de lo humano. Resulta de alta peligrosidad
para las mujeres y especialmente para los pequeños; aún así, hay madres que han partido de
los países centroamericanos, llevando en brazos a sus bebés, en una odisea única,
desnaturalizada y suicida. Este último es el término más preciso para describir tal viaje…
“suicida.” La Unicef, la institución de la ONU que se encarga de velar por la niñez en el
mundo, es la que ha reportado la cifra de menores que han llegado a los Estados Unidos sin
compañía de ninguna persona mayor de edad. El número de ellos, repetimos, es un poco
más de los 26 mil y provienen del istmo, igual a la gran cantidad de inmigrantes que toman
la nefasta decisión de emigrar sin papeles o al margen de la ley.
Unicef ha presentado el informe llamado “Sueños Rotos”, en el que subraya que la
cifra representa un aumento importante de los niños viajeros en este 2016, en comparación
con el 2015, en el que se contabilizaron hasta agosto 18,500 arribos a la línea fronteriza
méxico-estadounidense. No obstante, en el 2014 llegaron 44,500 niños al mismo lugar y en
los mismos meses. Muchos más de los que se han presentado ahora. En lo que atañe a las
familias que también viajan ilegales, se cuentan 29,700 personas, especialmente madres con
sus hijos Todas ellas fueron aprehendidas en la frontera durante el lapso de tiempo que
va de enero a junio del 2016. Y de regreso al tema de los infantes que emigran a los Estados
Unidos, estos han dicho a las autoridades norteamericanas que han salido de sus
respectivos países para escapar de la violencia de las pandillas y la pobreza. Es cuando
Justin Forsyth, director adjunto de Unicef, dice, “Es desolador pensar en estos niños,
muchos de ellos adolescentes; pero algunos incluso más pequeños, haciendo un viaje
agotador y extremadamente peligroso, en busca de seguridad y una mejor vida. Debemos
recordar que los niños, cualquiera sea su condición, son primero y sobre todo… niños.
Tenemos el deber de mantenerlos a salvo en un ambiente saludable y de cariño.” Concluyó.
Y mientras ellos se agolpan en la valla divisoria, las Cortes de Inmigración de los Estados
Unidos se ven inundadas de casos de asilo de menores sin compañía; de los cuales, un 40
por ciento enfrentan a los jueces sin la defensa de ningún abogado. Ese porcentaje,
entonces, es deportado sin contemplaciones. Y esta es la historia que se repite a diario y no
cesa, por más que quisiéramos que finalizara.