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El disfrute del tiempo compartido Aprender a vivir con personas diferentes Lo maravilloso del ser humano es que no hay per- sonas iguales. Nadie puede decir que es igual a otro, y esta característica única y diferenciada de cada ser humano, es a su vez, la riqueza más sor- prendente y especial. La convivencia con personas distintas exigirá mucha paciencia, tolerancia, deseo de aprender de los demás, apertura de criterio, respeto y muy buena disposición y voluntad. Vernos no como contradic- torios y adversarios sino como complementarios en un mundo que se enriquece y se fortalece a partir de los pensamientos diferentes, los puntos de vista distintos y las perspectivas diversas. En la vida de las parejas hay que disfrutar asumiendo que somos diferentes, de esta forma la convivencia se verá enriquecida.“ Cuando en los matrimonios se enfrascan en actitudes hostiles, pretendiendo que una de las perspectivas prevalezca sobre la de su pareja, la convivencia se convierte en un campo de bata- lla sin sentido, se pierde la paz del hogar y la armonía, cediendo su lugar al conflicto. De esta situación no se puede esperar nada provechoso ni productivo. 20 micasaenlomas Entre las personas y más aún en los matri- monios y familias en particular, se debe poner mucha atención al tiempo que se dispone para compartir. En la actualidad, las ocupaciones, el estrés cotidiano, el ruidoso y exigente mundo en el que vivimos, tiende a separar a las familias por el nulo tiempo para compartir y para disfrutar. Los miembros del hogar llegan agotados al final de la jornada, queriendo solo tumbarse a des- cansar. El trajín de todos los días es difícil y los horarios de los miembros del hogar y de las parejas especialmente no coinciden, haciendo cada vez más difícil el pasar y disfrutar juntos. De igual forma, la conversación necesaria, el intercambio de inquietudes, preocupaciones familiares y la cercanía tan fundamental en el hogar, cada vez son más escasas. El respeto y diálogo permanente En la convivencia humana la comunicación respetuosa en fundamental. A nivel fami- liar ese diálogo periódico y respetuoso es indispensable, porque no hay otra forma de conocer lo que ocurre en la mente y el cora- zón del cónyuge si no es pasando tiempo con él o ella, sintiendo lo que le ilusiona, preocu- pa o necesita, escuchando, aclarando dudas, preguntando y, a su vez, expresando el crite- rio sobre cada aspecto que se comparte. Aun cuando existan diferencias de perspectiva y de opinión, sólo es por medio del diálogo y