3. Inconsciente Personal.
Hasta aquí, el lector que a comprendido la lectura de todo lo anteriormente tratado, ya está en condiciones de deducir que lo que llamamos inconsciente colectivo, es análogo a la esfera de sombra de un individuo, pero en términos macroestructurales, el inconsciente o subconsciente es la esfera de sombra de un SUJETO COLECTIVO por eso mismo denominado macrocósmico.
Recordemos lo que ya dijimos al considerar las estructuras psicológicas:“ LA ESFERA DE SOMBRA O EL INCONSCIENTE, es la más formidable de las esferas, y aglutina la mayor cantidad de energía psíquica del individuo. Como ya intuirá el lector, es la mas desconocida de las esferas, y la menos“ utilizada” por el hombre y mujer modernos, que ignoran la poderosa influencia que ejerce en todos los contextos físico psíquicos. Y no es nada raro constatar que tanto Freud como Jüng, atribuyeran a su REPRESIÓN por parte del insignificante sujeto consiente, nuestra esfera de luz, la cusa principal de las psicopatologías.” Ahora bien, esta afirmación puede parecer exagerada, pero se circunscribe a la más estricta realidad. El sujeto consiente es insignificante al lado de la significancia relevante de la esfera de sombra. La imaginación, la facultad cardinal de la esfera de luz o conciencia, se torna muy limitada al lado de la facultad de reproducción de la esfera de sombra. Lo que sucede es que la energía psíquica o líbido, es filtrada por los sujetos afectivo y racional que forman parte de la esfera de luz y capitalizada en sus propios procesos, y los entes internos no pueden ser reproducidos con la nitidez y detallismo del inconsciente, pues hace falta concentración energética.
Ejemplifiquemos: El sujeto consciente, para interactuar en el ámbito de la realidad cotidiana desde que abrimos los ojos por la mañana, hasta que los cerramos para dormir, es fragmentario por su naturaleza psicológica que combina los procesos cognitivos y emocionales a fin de darle funcionalidad a la vida corriente, la“ existencia”. Nuestra atención esta dividida por momentos existenciales: la reunión laboral, el incidente familiar, el accidente, la habitación, el entorno exterior connotado, determinada situación dramática, etc.; no así lo no connotado por el sujeto consiente fragmentado, pero si notado por el inconsciente hasta el último detalle, al extremo que puede reproducir el momento axiológico, ontológico, formal, funcional, coadyuvante, y codificarlo en lenguaje simbólico para la apercepción del Yo. Esta reproducción como ya sospechara el lector, se da en las representaciones oníricas emergentes.
A fin de brindar una pauta esencial para la inducción metaética, conviene hacer ahora la diferenciación entre el Sí Mismo, y el Yo, pues aunque están confundidos intrínsicamente, son totalmente diferenciados.
Justamente, la importancia que reviste para una aproximación a la metaética, convierte al estudio del inconsciente personal en CLAVE para acceder a la simbología cardinal, esto es, ABARCAR Y DIFERENCIAR EL YO DEL SUJETO PSICOLÓGICO. Para esto debemos valernos del concepto de MURALLA ESTRATÉGICA, que debe ser interpretado a través del concepto de AISLACIÓN de la facultad EGOÍCA, para diferenciarlo de todo lo que es anímico, incluido el sí mismo psicológico, y los sujetos que lo conforman.
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