Ya muchos autores contemporáneos han caído en cuenta que el principal
problema de occidente es la influencia de la mitología semita en una gentilidad
que fue pagana en sus orígenes, y que por lo mismo es ajena a su semiosis
completamente antagónica, que ha neutralizado al hombre y la mujer
occidental confundiendo, anatemizando su funcionalidad psicológica; La
imposición del comercio como forma de vida y pacto netamente cultural, es la
causante de esta imposición simbólica de lo semita, de lo abelita. Y los
resultados saltan a la vista, un hombre ávido de bienes y objetos culturales; Las
terribles ansias por el consumo desmedido han dado su fruto, y las utopías que
plantea el finalismo teleológico propio de los abelitas, es la excusa perfecta
para desoír el llamado de la sangre ancestral del inconsciente colectivo de
occidente, que es donde anidan nuestros símbolos sagrados, la potencia racial,
los símbolos que actualizados por una meta-ética pueden conducirnos de
regreso al origen, el lugar donde cometimos el error fundamental que nos
encadena a una serie de causas y efectos.
4. Mitología Andina.
Hemos concedido un acápite aparte a los mitos andinos por la importancia de
su significación, y porque nos atañe sobremanera a nosotros hombres y
mujeres mesoamericanos.
El apunamiento, sinónimo de “sorojchi” para la cultura, es un desvanecimiento
provocado por la hipoxia, o falta de oxígeno. Nosotros diremos que es un
estado psicológico previo a una catarsis esclarecedora, que es cuando en
“indio” escucha la voz de Wiracocha y se apuna, Por eso levantará una
apacheta en la próxima encrucijada. El APUNAMIENTO, puede considerarse
una realidad extra psicológica del hombre andino.
Vamos a explicar esto con detalle, pues la mitología andina no solo comparte
todos los rasgos comunes a este código semiótico universal, como ya
observamos en el anterior acápite, sino que los ORIGINA, pues el ANDE, o la
tierra del ANTES, es una puerta hacia el ORIGEN.
El cognato “Andes” tiene el mismo radical “An” de Anu, Dios sumerio padre de
Enki y Enlil; Recordemos que Sumeria y Tiwanacu son los más importantes
vestigios arqueológicos que se conocen de una civilización antidiluviana. El
mismo radical “An” conforma el cognato gig-ante; Anteo hijo de Neptuno o
Poseidón; y Antea era como se conocía a Afrodita, Diosa griega de la guerra,
más conocida como Venus o Atenea, nombre este último que conserva los
mismos principios fonéticos. En el Ande la Venus, Afrodita, Antea, Atenea,
Palas, era conocida como Pachamama.
Wira, es el nombre de la deidad que con posterioridad recibe el nombre de
“tío”, potestad ctónica que es venerada en el Ande hasta nuestros días.
Semiológicamente, el cognato “Wira” es asimismo principio radical de
“Wirakocha”, por lo que podemos deducir que se trata de la misma deidad. Esta
potestad siempre va asociada a la Pachamama, de ahí que hasta el presente,
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