Área de Cataviña, desierto Cochimí, Baja California. Foto: José Delgadillo.
Al respecto, Humphrey (1974) menciona que el factor
crítico para las poblaciones cercanas a la costa del Pacífico, y que afectan su establecimiento, son los constantes
vientos que provocan la desecación del suelo. Aunque
los vientos contienen considerable humedad a manera
de neblina o simplemente una alta humedad relativa, raramente se presentan por períodos mayores de 24 horas para mantener el suelo húmedo o prevenir la sequía.
Consecuentemente, en las laderas orientadas y con protección de los vientos es donde se presentan con cierta
abundancia individuos de cirios.
La explotación de este importante recurso vegetal se
ha limitado al uso de su madera delgada para construir
pequeñas casas y para adornar paredes, con una alta demanda. Debido a que la ley permite la comercialización
de árboles caídos secos, se induce la muerte de manera
ilegal usando alambre de púas para estrangular y cortar al
árbol desde casi la base.
Esta especie, endémica para México, no se encuentra protegida dentro de las Normas Mexicanas
(NOM-059-SEMARNAT-2010), lo que hace necesario
realizar los estudios científicos suficientes que apoyen su
inclusión. Sin embargo, sí está incluida en el Apéndice
II de la Convención Internacional sobre el Comercio de
Especies Amenazadas de Flora y Fauna (CITES; siglas en
inglés), y de la cual México es signatario. En ese apéndice
se incluyen especies que, si bien en la actualidad no se
encuentran necesariamente en peligro de extinción, podrían llegar a esa situación a menos que el comercio de
especímenes esté sujeto a una reglamentación estricta.
El cirio fue considerado por la Secretaría de Medio
Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) como una
especie prioritaria de c