Med fam Andal Vol. 16, N º. 3, noviembre 2015
3( 4,5 %), hijo 2( 3 %), cuñada 2( 3 %), hermana 2( 3 %), nieta 1( 1,5 %) y sobrina 1( 1,5 %). No acudió ningún cuidador formal.
Respondieron sobre el conocimiento del paciente en 50 casos( 73 %): conocían la enfermedad 36( 52 %), el tratamiento 36 y los fármacos con dosis 34( 50 %). Entre los familiares conocían la enfermedad 27( 62 %), tratamiento 23( 53 %) y fármacos 24( 55 %).
El nivel de conocimiento entre pacientes y familiares presentaba diferencias por sexos a favor de las mujeres que no llegaron a ser significativas.
Aportaron alguna documentación 11 casos, 9 pacientes y 2 familiares, con una diferencia significativa( p = 0,007).
Dos pacientes modificaron el consumo de fármacos.
Discusión y conclusiones
Un primer dato es la escasa presencia de consulta para receta durante el periodo del estudio, que puede deberse a la efectividad de la prescripción electrónica a largo plazo.
Es mayoritaria la consulta por representación. Los hombres acuden más para renovar sus propios tratamientos y las mujeres para sus familiares. La diferencia significativa por sexos muestra la feminización que en términos de cuidados no formales, mantiene la sociedad en el medio rural.
El conocimiento de los pacientes sólo está acreditado en un 50 % de casos. Los familiares mostraron tener unos conocimientos algo superiores, en torno a un 60 %. Los que manifestaban desconocimiento, no tuvieron la precaución de aportar documentación a la consulta. Declaraban su creencia de que“ todo está en el ordenador” según expresión utilizada por muchos. En la era pre-electrónica, los pacientes solían acudir con los envases y podían identificar las dosis correctamente por memoria visual. La adherencia terapéutica resulta sospechosamente elevada – dos pacientes modificaron dosis o abandonaron consumo-. Puede estar en consonancia con los bajos niveles de conocimientos reconocidos por los pacientes y familiares( 3). La renovación de tratamientos sería una ocasión para incentivarla mejorando los resultados en salud en el paciente concreto y el buen uso de los recursos con la financiación subsidiaria de los fármacos.
Estos datos exponen que el médico prescriptor presta asistencia en una consulta donde esperando que pudiera contrastar información con el paciente al ser su medicación habitual, no siempre trata con este directamente, sino con cuidadores. No puede fortalecer el grado de conocimiento si hasta en un 50 % de pacientes y un 40 % de familiares, la incertidumbre de la prescripción está confiada a los registros electrónicos de otros. Esto puede generar errores y fallos de seguridad, contrariamente a los objetivos perseguidos por la receta electrónica( 4).
Nuestra encuesta es similar a la utilizada en un estudio hospitalario sobre conciliación de medicación, que evaluaba discrepancias que conllevaran problemas de seguridad, con la prescripción electrónica de atención primaria( 5). Lo que sugiere que hay inquietud por tratar de converger la prescripción de atención primaria y especializada para garantizar la beneficencia y no maleficencia, así como potenciar la información de los pacientes y la implicación en sus tratamientos.
La prescripción electrónica( 6) es herramienta útil para ejecutarla con nivel profesional y ético, al mostrar información precisa y actualizada de los tratamientos de los pacientes. Sin embargo, parece necesario mejorar la información recibida por el paciente. Entregar la hoja de instrucciones y aconsejar revisarla, traerla a consulta cuando vuelvan, o tras cualquier visita al Hospital, para facilitar la conciliación terapéutica, es una medida de mejora propuesta en nuestro centro.
La mujer sigue ocupando un papel protagonista como cuidadora acudiendo en representación del paciente a las consultas para renovación de las prescripciones médicas. El nivel de conocimiento sobre las enfermedades del paciente y los tratamientos indicados es deficiente tanto en el paciente como en los familiares-cuidadores. La consulta para renovar el tratamiento lejos de ser un acto administrativo debe considerarse desde el nivel ético de ponderar al paciente en sus enfermedades y tratamientos propuestos.
66 268