RE LATOS DE CUARE NTE NA
mayo de 2020 | berberana | 25
Carta a mi abuela
Abuela Irene, siempre me acuerdo
de ti. Más ahora a las puertas de la
Semana Santa.
Muy triste, no poder reunirnos,
ni vivir ese Vía Crucis en el que se
han reunido nuestros familiares
por generaciones y generaciones
haciendo Familia y Pueblo.
Pues este año no podremos hacerlo.
Podrá hacer un día espléndido, un
sol radiante. Podrán estar el tomillo
y el romero en flor. Podrán haber
florecido todas las flores de la
primavera, y blossom en todos los
frutales.
No vendrán los del pueblo que viven
fuera y adictos a este Vía Crucis.
No, no podremos. Tendremos que
estar en casa sin remedio y esto que
para nosotros es tan importante, no
es vital. Una pena, a nivel físico, no
es vital.
Abuela Irene, en este momento voy
a escribirte y para contentarme
con releer todo lo que escribo
inspirándome en ti.
Volveremos,
sí
Me voy a leer:
“El paseo a la Fuente del Nudo”
“Setiembre del 2018”
“Ion no piensa ir a la universidad”
“Roman Lauzurica”
“Hoy nadie le ha visto salir de
casa”
“Vendimias”
“Carol”
“Visita a Malpuesto “
Me hace tan feliz escribirte… si, voy
a contarte muchas historias que
vivimos ahora con nuestro perro y
nuestro gato.
Ya no podemos ir a Malpuesto
a verte, nuestros paseos tiene
otros recorridos que seguro a ti te
entusiasmaran, porque yo creo que
nos ves, nos cuidas.
Abuela Irene tendrás mis relatos de
habitual.
Muxu handi bat, abuela
Desde que estoy jubilada el escribir
me hace muy feliz.
Confinamiento
La primavera y los animales de compañía
no saben lo que pasa y nos transmiten
su alegría y su paz - son nuestro mejor
refugio. Además de permitirnos poder
pasear, es una de las excepciones a tener
que quedarse en casa
Mi gato sigue con sus rutinas , es tan
metódico… Kiko, el perro, no entiende el
no salir a andar los tres en comandita y
arenga al que se “escaquea” sin piedad.
Yo aprovecho al máximo mis salidas, es
una gloria ver la incipiente explosión de
la primavera. Brotes y flores compiten por
llenarlo todo de olores, colores y sonidos en
los que los pájaros se emplean a fondo.
Hoy también tenemos calima, como si no
tuviéramos bastante con el virus.
Me invade una pena inmensa pensar en
tantas personas mayores que se van sin
remisión. También me puede tocar a mi.
Son muy bonitos los gestos de
reconocimiento con los que están al pie del
cañón luchando en primera línea contra el
Volveremos a un mundo distinto.
Nosotros seremos diferentes.
Volveremos sí y la rutina
parecerá divina.
Volveremos sí y el final
será nuestra felicidad.
Nuestra mirada más profunda.
Nuestras ganas más auténticas.
Nuestros paseos de verdad.
Volveremos sí y la rutina
parecerá divina.
Volveremos sí y el final
será nuestra felicidad.
Habremos ganado
a la maravillosa soledad.
La soledad nos habrá cambiado.
La soledad nos habrá modelado.
Volveremos sí y la rutina
parecerá divina.
Volveremos sí y el final
será nuestra felicidad
Confinamiento
virus y todas las aportaciones que cada día
surgen para paliar la situación.
En casa hacemos cosas que habitualmente
no hacíamos: cantar, bailar, cocinar
especial, conectar con la familia por wasap
para adivinar refranes en base a iconos y
con que afición… casi una competición.
Yo anoche no podía dormirme pensando
en una fila de cinco nadadores en posición
de salida y una pistola, como iconos de un
refrán, hasta que caí:
“Fuenteovejuna todos a Una”.
Cualquier alegría alivia mi corazón encogido
y me hace disfrutar de las cosas sencillas.
Me hace comprender que en cualquier
situación puedo echar un ancla que me dé
seguridad. La familia siempre la familia.
Me reafirmo en que hay mucha gente
buena y también muchos errores humanos
que nos hacen sufrir y que tienen unas
consecuencias negativas incalculables.
¡Qué bien! si esto pasara cuanto antes para
poder volver a la rutina.
Estoy confinada y comparto fotos,
relatos, poesías. Cartas.
Lo que no puedo compartir es el
candor de mi perro, el amor de mi
gato.
Ni el olor de mis lilas, ni la suavidad
de las alas de las mariposas.
Ni ese hormigueo que siento en mis
manos a las ocho en punto de cada
tarde.
Ni las risas que me producen los
mensajes de mis amigos, hacía
mucho que no me reía tanto y tan
bien.
Ni la emoción de mi sesión de
Mindfulness.
Ni la luz de mi confinamiento.
Ni el casi imperceptible crecimiento
de mi poyo de tomate, calabazas,
pimientos ni el mimo de su diario
riego
Ni el amargor maravilloso de esta
ensalada de ajos suaves y diente de
continuado 17/04/2020
león de mi huerto salvaje.
Ni las bondades de estas yerbas para
mi hígado
Tentado por el colesterol y este vino
nuestro que transciende cualquier
confinamiento.
Ni el momento de desempolvar viejas
las recetas de mis platos favoritos o el
investigar nuevas recetas con escasos
medios y elegir los nutrientes que
puedan elevar mis defensas
Seguiré compartiendo cada cosa que
pueda y piense que sea susceptible de
emocionaros.
Todas estas cosas me hacen sentir
capaz de superar el miedo, la
incertidumbre, la duda de cómo se
resolverá lo que a ratos me angustia y
merma mi equilibrio.
Así y todo me siento afortunada de ser
capaz de ir sorteando mis emociones
negativas, ideas irracionales y el
odioso coronavirus.