MATEGROUP Noviembre 2018 | Page 11

Juntos eran pura alegría y se completaban. Uno tenía Cero tolerancia al alcohol, pero con Cero se podía tomar una cerveza cero por su aniversario, aunque para eso tuviesen que inventarse una fecha cero en el calendario. Y menos uno no pretendía darle valor a cero poniendo comas entre ellos. Menos uno no tenía complejos, y cuando hacían el amor, a menos uno le encantaba estar bajo cero. Y uno, una vez, más se volvió a quedar solo, separado como una unidad. Cero era algo cerrado y le costaba representar textos pero, junto a Uno, hacían el perfecto código binario. Sin cero, su vida se consumía como una vela. Sin cero, el tiempo en el que hacia mella… Eran los dígitos del barrio y procesaban su amor a diario, pero Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde, así que Uno perdió a Cero. Y uno empezó a contar pero sin cero, se olvidó de los besos de cero, del sexo con cero, de los celos de cero… Y para cuando uno se dio cuenta, cero ya contaba de la mano con menos uno, que a pesar de ser algo negativo le trataba como una reina. Y uno empezó a contar, pero sin cero. Uno se olvidó de cero y le dijo adiós. Uno se olvidó de cero y tal vez hasta del amor, y empezó a cantar hasta lo que más miedo le daba: hasta el infinito. A cero le gustaba que menos uno fuera original, tener un hueco en menos uno, un guion con el que podían jugar. Cero le gustaba que menos uno no fuese uno más, que menos uno no fuese ordinal. ... o tal vez solo hasta dos. Que fuese justamente competitivo y que cuando jugasen al uno, menos uno no le dejasen ganar. : Cero sentía que a diferencia de uno, menos uno si le trataba como un número de verdad. 11