Atizar el fuego removiendo las
brasas de carbón con un hierro,
hervir la leche atendiendo que
no se ahúme, que no se derra-
me la nata. Mantener a raya a
las hormigas que recorren in-
solentes la ruta que va de los
hombros a la barba, observar
su destino tras el manotazo.
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