Marianela 1500000 | Page 105

Anduvieron breve rato los dos sin decir nada. Teodoro Golfín, con ser sabio, discreto y locuaz, sentíase igualmente torpe que la Nela, ignorante de suyo y muy lacónica por costumbre. Seguíale sin hacer resistencia, y él acomodaba su paso al de la mujer-niña, como hombre que lleva un chico a la escuela. En cierto paraje del camino donde había tres enormes piedras blanquecinas y carcomidas que parecían huesos de gigantescos animales, el doctor se sentó, y poniendo delante de sí en pie a la Nela, como quien va a pedir cuentas de travesuras graves, tomole ambas manos y seriamente le dijo: -¿Qué ibas a hacer allí? -¿Yo... dónde? -Allí. Bien comprendes lo que quiero decirte. Responde claramente, como se responde a un confesor o a un padre. -Yo no tengo padre -replicó la Nela con ligero acento de rebeldía. -Es verdad; pero figúrate que lo soy yo, y responde. ¿Qué ibas a hacer allí? -Allí está mi madre -le fue respondido de una manera hosca. -Tu madre ha muerto. ¿Tú no sabes que los que se han muerto están en el otro mundo o no están en ninguna parte? -Está allí -afirmó la Nela con aplomo, volviendo tristemente los ojos al punto indicado. -Y tú pensabas ir con ella, ¿no es eso?, es decir, que pensabas quitarte la vida. -Sí, señor; eso mismo. -¿Y tú no sabes que tu madre cometió un gran crimen al darse la muerte y que tú cometerías otro igual imitándola? ¿A ti no te han enseñado esto? -No me acuerdo de si me han enseñado tal cosa. Si yo me quiero matar ¿quién me lo puede impedir? -Pero tú misma, sin auxilio de nadie, ¿no comprendes que a Dios no puede agradar que nos quitemos la vida?... ¡Pobre criatura abandonada a tus sentimientos naturales sin instrucción, ni religión, sin ninguna influencia afectuosa y desinteresada que te guíe!... ¿Qué ideas tienes de Dios, de la otra vida, del morir?... ¿De dónde has sacado que tu madre está allí?... ¿A unos cuantos huesos sin vida, llamas tu madre?... ¿Crees que ella sigue viviendo, pensando y amándote dentro de esa caverna? ¿Nadie te ha dicho que las almas una vez que sueltan su cuerpo jamás vuelven a él? ¿Ignoras que las sepulturas, de cualquier forma que sean, no encierran más que polvo, descomposición y miseria?... ¿Cómo te figuras tú a Dios? ¿Como un señor muy serio que está allá arriba con los brazos cruzados, dispuesto a tolerar que juguemos con nuestra vida y a que en lugar suyo pongamos espíritus, duendes y fantasmas que nosotros mismos hacemos?... Tu amo, que es tan discreto, ¿no te ha dicho jamás estas cosas? -Sí me las ha dicho; pero como ya no me las ha de decir... 105