Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 20

Baby Jane? Travis se levantó. –Justo ahora pensaba salir a cenar. ¿Tienes hambre, Paloma? –Ya he comido –respondí indiferente. –No, qué va –dijo America antes de darse cuenta de su error–. Oh…, eh…, es verdad, olvidaba que te has zampado una… ¿pizza? antes de irnos. Puse una mueca de exasperación ante su deprimente intento de arre- glar su metedura de pata y esperé la reacción de Travis. Cruzó la habita- ción y abrió la puerta. –Vamos, tienes que estar hambrienta. –¿A dónde vas? –A dónde tú quieras. Podemos ir a una pizzería. Bajé la mirada a mi ropa. –La verdad es que no voy vestida apropiadamente. Se detuvo un momento a evaluarme y después se rió. –Estás bien. Vámonos. Me muero de hambre. Me levanté y me despedí de America con la mano, adelantando a Travis para bajar las escaleras. me detuve en el aparcamiento, observan- do con horror cómo cogía una moto de color negro mate. –Uf… –solté, encogiendo los dedos de los pies desnudos. Me lanzó una mirada. –Venga, sube. Iré despacio. –¿Qué es eso? –pregunté, leyendo demasiado tarde lo que ponía en el depósito de combustible. –Es una Harley Night Rod. Es el amor de mi vida, así que no arañes la pintura cuando te subas. –¡Pero si llevo chanclas! Travis se quedó mirando como si habara en algún idioma extranjero. –Y yo botas, ¡venga, sube! Se puso las gafas de sol, y el motos rugió cuando le infundió vida. Me subí y busqué detrás de mí algún sitio al que agarrarme, pero mis dedos se deslizaron desde el cuero a la tapa de plástico de la luz trasera. Travis me cogió de las muñeca, puso rumbo hacia la calle y salió des- pedido como un cohete. Los mechones de pelo que llevaba sueltos me golpearon la cara, y me agaché detrás de Travis, sabiendoque acabaría