Travis suspiró.
—Todo el m undo… ¿Cóm o te sentirías si todo el m undo pensara
eso de America?
—¿Y quién dice que no es así? —dij o Am erica, ofendida. Todos nos
reím os, pero Am erica torció el gesto—. No estaba brom eando.
Shepley la consoló y la besó en la m ej illa.
—Lo sé, nena. Pero renuncié a los celos hace m ucho; si no lo hubiera
hecho, no tendría tiem po para hacer nada más.
Am erica sonrió com o m uestra de gratitud y entonces lo abrazó.
Shepley tenía una capacidad inigualable para hacer que todos los que
estaban a su alrededor se sintieran bien, sin duda, una consecuencia de
crecer con Travis y sus herm anos. Probablem ente era m ás un m eca-
nism o de defensa que otra cosa.
Travis m e acarició la orej a con la nariz, y m e reí hasta que vi a
Parker acercarse. Me inundó el m ism o sentim iento de urgencia que ha-
bía tenido cuando Travis quería volver a la cafetería, e inm ediatam ente
m e solté de Travis para recorrer rápidam ente los tres m etros aproxim
adam ente que nos separaban e interceptar a Parker.
—Necesito hablar contigo —dij o él.
Me volví a m irar detrás de m í y, entonces, dij e que no con la cabeza
com o aviso.
—Este no es un buen m om ento, Parker. De hecho, es m uy poco
oportuno. Travis y Chris tuvieron un rifirrafe en la com ida, y él sigue m
uy sensible. Será mejorquelodejesenpaz.
Parker m iró fij am ente a Travis y después volvió a centrarse en m í,
decidido.
—Acabo de oír lo que ha pasado en la cafetería. Me parece que no
eres consciente del berenj enal en el que te estás m etiendo. Travis es un
m al bicho, Abby. Todo el m undo lo sabe. Nadie com enta lo genial que
es que lo hay as cam biado…, todo el m undo espera que haga lo que
m ej or se le da. No sé qué te habrá dicho, pero ni te im aginas qué tipo
de personaes.
Noté las m anos de Travis sobre los hom bros.
—Bueno, ¿y a qué esperas para decírselo? Parker se m ovió nervioso.
—¿Sabes a cuántas chicas hum illadas he llevado a casa después de
que pasaran unas cuantas horas a solas en una habitación con él en algu-