—Míralo —dij o ella, m eneando la cabeza—: Travis Maddox, el
señor Mam á.
—Toto es adorable. Incluso tú acabarás rendida a sus patitas.
—Sabes que no te lo puedes llevar a la residencia, ¿no? Me tem o que
Travis no pensó en esedetalle.
—Travis dij o que se lo quedaría en su apartam ento. Ella arqueó una
cej a.
—Por supuesto, Travis lo tiene todo pensado. Eso se lo concedo —dij
o ella, sacudiendo la cabeza, m ientras aceleraba.
Resoplé, deslizándom e en m i asiento con un m inuto de tiem po.
Una vez que m i sistem a hubo absorbido la adrenalina, la pesadez de m
i com a poscum pleaños se adueñó de todo m i cuerpo. Am erica m e dio
un codazo cuando la clase acabó, y la seguí a lacafetería.
Shepley se reunió con nosotras en la puerta; inm ediatam ente m e di
cuenta de que algo no iba bien.
—Mare —dij o Shepley, cogiéndola del brazo.
Travis corrió hasta donde estábam os nosotros y se llevó las m anos a
las caderas, resoplando hasta que recuperó el aliento.
—¿Acaso te persigue una turba de m uj eres enfadadas? —dij e para
picarle. Él negó con la cabeza.
—Intentaba pillaros… antes de que… entrarais —dij o él, j adeando.
—¿Qué pasa? —preguntó Am erica a Shepley.
—Hay un rum or —em pezó a decir Shepley —. Todo el m undo dice
que Travis se llevó a Abby a casa y …, bueno, los detalles varían, pero
en general la situación es bastante mala.
—¿Qué? ¿Lo dices en serio? —exclam é. Am erica puso los oj os en
blanco.
—¿A quién le im porta, Abby ? La gente lleva especulando sobre
Travis y tú desde hace sem anas. No es la prim era vez que alguien os
acusa de acostaros.
Travis y Shepley se m iraron.
—¿Qué? —dij e—. Hay algo m ás, ¿no? Shepley torció el gesto.
—Dicen que te acostaste con Parker en casa de Brazil, y que luego
dej aste que Travis… te llevara a casa…, y a m e entiendes.
Me quedé boquiabierta.
—¡Genial! Entonces, ¿ahora soy la puta de la universidad?