Maravillas Neolonesas Noviembre 2015 | Page 14

Minaventura

Por Andrea Flores

Un sábado como cualquier otro, Paulina, Andrea Contreras, Luisa, Daniel y yo nos encaminamos junto con otros amigos a Mina, Nuevo León. Fue un viaje organizado por la preparatoria como parte de un proyecto de la materia Lengua española, arte y cultura.

Llegamos a la escuela alrededor de las 7:45, en donde nos juntamos por equipos y esperamos la llegada del camión. Uno por uno fueron llegando los camiones. Las maestras que nos iban a acompañar, pidieron que formáramos una fila frente a los camiones. Acorde a una lista fuimos subiendo al camión, no sin antes haber llevado un permiso firmado y mostrar nuestra credencial. Como es de esperar, a varias personas se les olvidó llevar la credencial, por lo tanto tuvimos que esperar a que sus papás se las trajeran. Para esto ya eran pasadas las 8. Algunas personas tuvieron suerte, otras no tanto. Un amigo no logró subir al camión a tiempo y a pesar de que le pidió al chofer que parara para que pudiera subir, este no le hizo caso y siguió su camino, dejándolo sin ir al viaje. Nos encontrábamos dejando la escuela a las 9 de la mañana. Me senté al lado de Luisa y todo el camino nos la pasamos cantando y platicando con Pau y Karina, otra amiga.

Una hora duró el viaje. Paramos enfrente de la plaza de Mina, donde nos dieron las siguientes indicaciones: Primero, ir a pagar nuestra comida para la tarde. Teníamos dos opciones de paquetes: la primera eran quesadillas con arroz y papas con nopalitos; la segunda, pollito con mole, arroz y papas con nopalitos. Cada paquete costaba $150 y se pagaba a la entrada del museo. Acto seguido teníamos la libertad de dar un vistazo alrededor de lo que parecía era el centro de Mina. Cuarenta y cinco minutos teníamos para hacer todo esto y estar de vuelta en el camión mas o menos a las 10:45. Después de haber escuchado las instrucciones, bajamos del camión. De camino al museo para pagar, las casas y arquitectura de Mina nos llamaba la atención. Las casas parecían algo abandonadas y descuidadas, sin embargo seguían teniendo unas fachadas hermosas. Ya dentro del museo, formamos una fila para pagar nuestra comida. Saliendo, visitamos una pequeña capilla. En su interior, varios niños tomaban clase de catecismo. Retratamos una cruz que se encontraba en el patio de la capilla, el cual se encontraba completamente vacío. Cruzamos hacia la plaza. Debido a que teníamos algo de hambre, compramos galletas en una tiendita cercana. Andrea era la encargada de fotografiar todo lo que viéramos, ya que tiene buen ojo para eso. En uno de sus ataques artísticos, se le ocurrió hacer una toma desde arriba…¡de un árbol! Ya sabrán la peripecia que fue ayudarla subir al árbol. Afortunadamente, hizo excelentes tomas y todo valió la pena. Exactamente a las 10:45, nos encontramos de vuelta en el camión. Grande fue la sorpresa al ver que bastantes de nosotros faltábamos. Durante la espera, acompañé a mi amiga Karina a comprarse una blusa, debido a que tenía mucho calor y lo único que había llevado puesto era una blusa tipo suéter. A las 11:00 finalmente todos estábamos subidos en el camión.

Luisa y Paulina, apreciando la arquitectura. Foto por Andrea Conteras.

Un sábado como cualquier otro, Paulina, Andrea Contreras, Luisa, Daniel y yo nos encaminamos junto con otros amigos a Mina, Nuevo León. Fue un viaje organizado por la preparatoria como parte de un proyecto de la materia Lengua española, arte y cultura.

Llegamos a la escuela alrededor de las 7:45, en donde nos juntamos por equipos y esperamos la llegada del camión. Uno por uno fueron llegando los camiones. Las maestras que nos iban a acompañar, pidieron que formáramos una fila frente a los camiones. Acorde a una lista fuimos subiendo al camión, no sin antes haber llevado un permiso firmado y mostrar nuestra credencial. Como es de esperar, a varias personas se les olvidó llevar la credencial, por lo tanto tuvimos que esperar a que sus papás se las trajeran. Para esto ya eran pasadas las 8. Algunas personas tuvieron suerte, otras no tanto. Un amigo no logró subir al camión a tiempo y a pesar de que le pidió al chofer que parara para que pudiera subir, este no le hizo caso y siguió su camino, dejándolo sin ir al viaje. Nos encontrábamos dejando la escuela a las 9 de la mañana. Me senté al lado de Luisa y todo el camino nos la pasamos cantando y platicando con Pau y Karina, otra amiga.

Una hora duró el viaje. Paramos enfrente de la plaza de Mina, donde nos dieron las siguientes indicaciones: Primero, ir a pagar nuestra comida para la tarde. Teníamos dos opciones de paquetes: la primera eran quesadillas con arroz y papas con nopalitos; la segunda, pollito con mole, arroz y papas con nopalitos. Cada paquete costaba $150 y se pagaba a la entrada del museo. Acto seguido teníamos la libertad de dar un vistazo alrededor de lo que parecía era el centro de Mina. Cuarenta y cinco minutos teníamos para hacer todo esto y estar de vuelta en el camión mas o menos a las 10:45. Después de haber escuchado las instrucciones, bajamos del camión. De camino al museo para pagar, las casas y arquitectura de Mina nos llamaba la atención. Las casas parecían algo abandonadas y descuidadas, sin embargo seguían teniendo unas fachadas hermosas. Ya dentro del museo, formamos una fila para pagar nuestra comida. Saliendo, visitamos una pequeña capilla. En su interior, varios niños tomaban clase de catecismo. Retratamos una cruz que se encontraba en el patio de la capilla, el cual se encontraba completamente vacío. Cruzamos hacia la plaza. Debido a que teníamos algo de hambre, compramos galletas en una tiendita cercana. Andrea era la encargada de fotografiar todo lo que viéramos, ya que tiene buen ojo para eso. En uno de sus ataques artísticos, se le ocurrió hacer una toma desde arriba…¡de un árbol! Ya sabrán la peripecia que fue ayudarla subir al árbol. Afortunadamente, hizo excelentes tomas y todo valió la pena. Exactamente a las 10:45, nos encontramos de vuelta en el camión. Grande fue la sorpresa al ver que bastantes de nosotros faltábamos. Durante la espera, acompañé a mi amiga Karina a comprarse una blusa, debido a que tenía mucho calor y lo único que había llevado puesto era una blusa tipo suéter. A las 11:00 finalmente todos estábamos subidos en el camión.

credencial, por lo tanto tuvimos que esperar a que sus papás se las trajeran. Para esto ya eran pasadas las 8. Algunas personas tuvieron suerte, otras no tanto. Un amigo no logró subir al camión a tiempo y a pesar de que le pidió al chofer que parara para que pudiera subir, este no le hizo caso y siguió su camino, dejándolo sin ir al viaje. Nos encontrábamos dejando la escuela a las 9 de la mañana. Me senté al lado de Luisa y todo el camino nos la pasamos cantando y platicando con Pau y Karina, otra amiga.

Una hora duró el viaje. Paramos enfrente de la plaza de Mina, donde nos dieron las siguientes indicaciones: Primero, ir a pagar nuestra comida para la tarde. Teníamos dos opciones de paquetes: la primera eran quesadillas con arroz y papas con nopalitos; la segunda, pollito con mole, arroz y papas con nopalitos. Cada paquete costaba $150 y se pagaba a la entrada del museo. Acto seguido teníamos la libertad de dar un vistazo alrededor de lo que parecía era el centro de Mina. Cuarenta y cinco minutos teníamos para hacer todo esto y estar de vuelta en el camión mas o menos a las 10:45. Después de haber escuchado las instrucciones, bajamos del camión. De camino al museo para pagar, las casas y arquitectura de Mina nos llamaba la atención. Las casas parecían algo abandonadas y descuidadas, sin embargo seguían teniendo unas fachadas hermosas. Ya dentro del museo, formamos una fila para pagar nuestra comida. Saliendo, visitamos una pequeña capilla. En su interior, varios niños tomaban clase de catecismo. Retratamos una cruz que se encontraba en el patio de la capilla, el cual se encontraba completamente vacío. Cruzamos hacia la plaza. Debido a que teníamos algo de hambre, compramos galletas en una tiendita cercana. Andrea era la encargada de fotografiar todo lo que viéramos, ya que tiene buen ojo para eso. En uno de sus ataques artísticos, se le ocurrió hacer una toma desde arriba…¡de un árbol! Ya sabrán la peripecia que fue ayudarla subir al árbol. Afortunadamente, hizo excelentes tomas y todo valió la pena. Exactamente a las 10:45, nos encontramos de vuelta en el camión. Grande fue la sorpresa al ver que bastantes de nosotros faltábamos. Durante la espera, acompañé a mi amiga Karina a comprarse una blusa, debido a que tenía mucho calor y lo único que había llevado puesto era una blusa tipo suéter. A las 11:00 finalmente todos estábamos subidos en el camión.

Maravillas Neolonesas

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Crónica