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· núm. 62
Luna, Rayo
y Espuma
Faby Alochma
H
ace algún tiempo, había una hermosa y gran fa- su hermana mayor, que le llevaba 20 años, colecciomilia que vivía en un pueblito cerca del mar. Ra- naba.
yo, Luna, y Espuma eran los tres hermanos menores. El paseo dominical obligado era al potrero, lo que los
Rayo era un niño de piel blanca, cuerpo delgado, cara obligaba a caminar 8 kilómetros esperando anhelosapecosa, ojos grandes y verdes con largas y semi riza- mente que pasara algún tractor o camioneta para el
das pestañas, de carácter inquieto, amable, amistoso. ride o de perdida algún campesino en su caballo que
Le encantaba explorar y la aventura. Luna era la se compadeciera de los chiquitos y se los llevara en
penúltima de los 10 hermanos que conformaban esa ancas. Otros domingos su señora madre los llevaba
familia. De pelo lacio, grandes ojos aceitunados y ca- a la playa: a la Boquita de Santiago, que la tenían a 6
ra redonda, siempre consentida por su madre, ya que cuadras de su casa, a veces preferían caminar un pole tocó disfrutar y sufrir la convivencia cercana y dia- co más e irse hasta el muelle del Hotel Playa, por ser
ria con 5 hermanos varones. Espuma era el Benjamín el oleaje más tranquilo. Otras veces hasta la Playa de
de la familia. Moreno, de hermosos ojos oscuros y Miramar. Como sea y adonde fuesen, eran paseos que
singular inteligencia. Siempre pegado a las faldas de se disfrutaban.
mamá y conviviendo con la hermana mayor, Luna.
Luna y Espuma tenían una vida placentera, y a pesar
Santiago siempre ha sido un pueblo modesto, más de los paseos dominicales, que implicaban asolearse y
cuando se desarrolló esta historia, hace alrededor de regresar agotados por la tarde-noche, éstos no eran
40 años. Tenía una población tranquila, las familias suficientes para compensar su sedentaria vida, lo que
eran numerosas y pobres pero no había hambre ni lógicamente los llevó a ser unos gorditos niños felicarencias sentidas. Por estar al pie del mar, en zona ces.
tropical y rodeado de campos agrícolas, la gente Esta situación preocupaba más a Rayo que a los que
cuando no había más que comer, se iba de pesca o deberían sentirse afectados, por lo que un día tuvo la
aunque sea a atrapar chocolopas. Los paseos eran a grandiosa idea de poner cartas en el asunto y hacer
las huertas y plataneras, a cosechar algo de lo que los que sus hermanitos menores adelgazaran para que ya
ejidatarios cultivaban; en los corrales de las casas no sufrieran más el escarnio con las bromas burlonas
había palmas de coco, árboles de limón, guayabas, de los demás chicos del barrio.Así que puso manos a
nances, almendros, mangos, tamarindos; las señoras la obra y le pidió permiso a su señora madre para
criaban gallinas…
llevarlos a hacer ejercicio. La matriarca de la familia
Luna y Espuma, por ser los más pequeños de la fami- aceptó sin pensarlo dos veces: entre grandes bultos
lia, eran niños mimados, gustaban de jugar junto con de ropa que lavar, la migraña que desde hacía varios
los vecinitos del barrio a la casita, a la sombra de un años padecía y el pendiente de alimentar a un
viejo guanábano o de un siempre verde limón y a la montón de bocas, era un alivio que