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· núm. 65
Hablando de la
diversidad sexual
Lupita Acosta
C
uando entré a trabajar a
Chevrolet, me tocó de compañero de trabajo un chavo homosexual; tengo que reconocer que
nunca en mi vida había convivido
tan de cerca con alguien de preferencia sexual diferente. Sabía de
homosexuales, pero no había tenido la oportunidad de convivir cercanamente con alguien así, y no
porque me espante ni cosa que se
le parezca, es más les rehuía; la
verdad no eran gente de mi agrado.
Reconozco que era agresivo a más
no poder, y yo nada más lo veía, pero poco a poco fuimos conociéndonos y empezamos a ser “amiguis”.
En verdad, hasta la fecha somos
grandes amigos, conocer a Javier, me
hizo entenderlos y aceptarlos, repito
no me espantaba, pero tampoco los
aceptaba.
Él me platico su historia y me decía,
que a siempre le gustaron todas las
cosas relacionadas a las mujeres. Su
niñez fue muy difícil, porque su papa
quería que a fuerzas fuera hombre.
Era el mayor de su familia, con 3
hermanas y sólo él de hombre.
castigado con un hijo homosexual”.
Javier ha batallado mucho en sus
trabajos por su preferencia sexual;
ha batallado mucho en eso, en
Chevrolet lo corrieron por que se
dejaba las uñas largas y se las pintaba. Le exigían que trajera el pelo
corto y las uñas cortas sin pintar
(como hombre) y eso a él no le gustaba, y el gerente alegaba que en la
agencia “debía de comportarse como hombre”
Javier es un hombre muy “velludo”.
Tiene vellos en exageración; tenía
que rasurarse la barba, dos veces al
día. Gracias a Dios hoy existe la depilación láser y se depiló todo el
cuerpo. Es muy “movido” para caminar, según él todo “sexy” y me da risa como se mueve para caminar,
siempre carga su bolsa y agarra aires
de mujer, pero nunca va a ser una
mujer, por muy femenino que parezca.
Mis respetos para Javier, porque si
algo tiene es ser buen hijo; está al
pendiente de su madre. He tenido el
gusto de convivir con su familia, reconozco que su papá cambió mucho
con relación al trato con Javier;
ahora ya casi no habla su papá, se
mantiene callado, las veces que he
ido a su casa me tratan muy bien,
porque soy de las pocas “amiguis”
mujer que tiene Javier. Todas sus
amistades son personas de preferencias sexuales diferentes y, de vez
en cuando, me busca, me llama y
platicamos, pero tengo que reconocerlo que es fiel a morir, tiene la
misma relación con su pareja desde
hace mucho tiempo, no viven juntos
pero se la llevan bien.
Me río mucho con él porque algunas
veces se ha quedado a dormir en mi
casa y ha dormido en mi cama, y el
“cabrón” me dice “que no vaya a
brincarle”, me muero de la risa