núm. 64 ·
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La niña bonita
Rabí Hernández
H
e tenido muchos oficios en
mi vida, pero el primerito de
todos fue el de Repartidor de Tortillas. Mi tía Rosario se dedicaba a
hacer tortillas a mano, que eran
vendidas por encargo a un público
selecto. El de repartidor era un
puesto que se transmitía de generación en generación, y entrañaba
una gran responsabilidad, amén de
que requería una gran condición
física y don de gentes.
Uno de mis clientes era la familia
Sevares, que como muchos recordarán, vivían en una planta alta en
la Carrillo Puerto. Por este motivo,
era menester tocar el timbre que,
por un defecto de diseño, estaba
situado a una altura superior a la
que mi brazo extendido podía alcanzar. A