Intencionalidad estética
La función de un texto literario es la de impactar en la sensibilidad del lector, conmoverlo. La comunicación estética reúne, entonces, el conocimiento y lo afectivo; la razón y el placer. Leer implica preguntarse cuánto se parece el mundo construido al mundo real y cuánto se aleja de él; es reconocer que el texto es producto de una técnica cuya materia prima es el lenguaje y ser capaz de reconocer dicha técnica y darle sentido. A la vez, supone también otro tipo de placer que radica no tanto en la reflexión y el distanciamiento del texto para observarlo como objeto de comprensión sino en la identificación y la liberación de las propias pasiones en el marco de la ficción literaria: llorar o reírse con los personajes; sentir lo mismo que el yo lírico de un poema. Al transferir a la esfera de las propias conciencia y experiencia las vivencias de la obra de ficción, el lector puede ampliar el espectro de sus posibilidades afectivas, ideológicas, valorativas. En esto radica el efecto estético.
Artificio
Lejos de mitos románticos, la buena literatura no nace de la pura inspiración. Muy por el contrario, escribir ficciones es un trabajo como cualquier otro; y, en este sentido, implica una serie de habilidades que es necesario desarrollar para lograr que nuestro trabajo tenga calidad. Del mismo modo en que el cocinero sigue recetas, modos de cocción a distintas temperaturas, usa unos condimentos y no otros para lograr un plato, así, el escritor tiene a su disposición una serie de artificios que lo ayudan en su tarea, que siempre es premeditada. La escritura es, en este sentido, un artificio.