La llama olímpica para los Juegos de Invierno tiene una historia ligeramente distinta. Al igual que en los
Juegos de Verano, se utilizó un fuego simbólico en los Juegos de 1936 en Garmisch-Partenkirchen. El
primer relevo de antorcha para los Juegos Olímpicos de Invierno fue el de los Juegos de 1952 en Oslo,
pero la antorcha olímpica no se encendió en Olimpia hasta 1964. Antes de esa fecha, para las ediciones
de 1952 y 1960, se encendía una antorcha “nórdica” en Morgedal, donde nació el pionero en el deporte
del esquí Telemark Sondre Norheim. En los Juegos de Invierno de 1956, la antorcha se encendió en Roma.
Con los años, se ha creado una antorcha para llevar la llama para cada edición de los Juegos y el
relevo