Manual de Administración Deportiva 2014 | Page 17

El himno, con música de Spiros Samaras y letra de Kostis Palamas, fue compuesto para los Juegos de la I Olimpiada de 1896 en Atenas, donde se tocó por primera vez. Después fue remplazado por himnos especialmente encargados por los Comités Organizadores para las ceremonias olímpicas posteriores. SECCIÓN I El himno olímpico En 1954, el COI organizó un concurso internacional para seleccionar un himno permanente para los Juegos. El ganador fue Michael Spisak, que compuso la música para las palabras de Píndaro. Este himno sonó en los Juegos Olímpicos de 1956, pero el compositor pidió unos honorarios tan elevados que el COI se negó a utilizarlo otra vez. En 1958, en la Sesión del COI en Tokio, se tocó el himno original de Samaras y Palamas. Gozó de tanta popularidad con los miembros del COI, que se decidió unánimemente adoptarlo como el himno olímpico oficial. En 1960, el himno sonó de nuevo en los VIII Juegos Olímpicos de Invierno. Desde entonces, se ha podido escuchar en todas las ediciones de los Juegos de Verano e Invierno. Espíritu inmortal de la antigüedad, Padre de lo verdadero, lo hermoso y lo bueno, desciende, preséntate, derrámanos tu luz sobre esta tierra y bajo este cielo, que fue el primer testigo de tu imperecedera fama. ¡Da vida y vivacidad a esos nobles juegos! ¡Arroja guirnaldas de flores que no palidecen a los victoriosos en la carrera y en la contienda! ¡Crea, en nuestros pechos, corazones de acero! En tus ligeras llanuras, montañas y mares brillan en un matiz róseo y forman un enorme templo en el que todas las naciones se reúnen para adorarte, ¡Oh espíritu inmortal de la antigüedad! La antorcha y la llama olímpica La antorcha olímpica se enciende en Olimpia, Grecia, bajo la autoridad del COI. Aunque ya en los Juegos de 1928 en Ámsterdam se utilizó un fuego simbólico, la historia moderna de la llama empezó con la propuesta de Carl Diem, secretario general del Comité Organizador de los Juegos de la XI Olimpiada. Inspirado por las carreras de antorchas que se celebraban en Grecia en la Antigüedad, Diem sugirió que, para los Juegos de 1936, se encendiera un fuego en Olimpia que luego sería transportado hacia Berlín en lo que sería el primer relevo de antorcha olímpica. Este hecho marcó el inicio de una tradición olímpica. M A N U A L D E A D M I N I S T R A C I Ó N D E P O R T I VA ©VANOC 17