Manual de Administración Deportiva 2014 | Page 112

A. INTRODUCCIÓN Cumpliendo su misión de promover y proteger la salud de los atletas, la comisión médica del COI reconoce todos los derechos de los atletas, incluido el derecho a disfrutar de un entorno deportivo que sea seguro y les preste apoyo. El acoso y el abuso constituyen una violación de los derechos humanos y perjudican la salud de las personas y organizaciones. Los casos de acoso y abuso se producen en todo el mundo. En el deporte, causan sufrimiento para los atletas y otras personas y, además, conllevan responsabilidades jurídicas, financieras y morales para las organizaciones deportivas. Ningún deporte es inmune a estos problemas que se pueden observar en todos los niveles. Todos los que participan en el deporte tienen la responsabilidad de identificar y prevenir el acoso y el abuso, y de desarrollar una cultura de dignidad, respeto y seguridad en el deporte. Las organizaciones deportivas, en particular, tienen la misión de mantener la seguridad y deben asumir firmemente el liderazgo para identificar y erradicar estas prácticas. Un sistema deportivo sano favorable para los atletas puede contribuir a prevenir el acoso y el abuso, tanto dentro como fuera del ámbito deportivo. B. LA VIOLENCIA EN EL DEPORTE La mayoría de los deportes no son violentos. Cada día, miles de personas de todo el mundo participan e n actividades deportivas en las que no hay ningún asomo de violencia. No obstante, los actos de violencia, cuando se producen, son una amenaza para el deporte y para el Movimiento Olímpico. Evidentemente, la violencia suele tratarse ampliamente en los medios de comunicación. Se trata de un tema que debe abordarse seriamente. La violencia entre los atletas El riesgo de lesiones es un elemento presente en cualquier actividad física. Este riesgo aumenta cuando los atletas van más allá del límite de sus capacidades, de su fuerza o de su resistencia. Generalmente, se suele dejar que sean ellos mismos quienes decidan qué riesgos van a tomar. Aunque algunos han fallecido o han sufrido discapacidades como consecuencia de sus decisiones, el riesgo de lesiones autoinfligidas suele ser considerado como aceptable. Lo que no es razonable es que los entrenadores e instructores, para mejorar su propia reputación, alienten a los atletas a poner en riesgo su vida o a ir en contra de sus inclinaciones o de su buen criterio. Puede haber un contacto violento incluso en los deportes que no implican contacto físico. Los jueces deben entonces decidir quién es el responsable y si la acción es intencionada. Juzgar la intencionalidad es quizás la tarea más difícil de los árbitros; de hecho, es imposible. Únicamente los atletas pueden saber a ciencia cierta si están actuando con deportividad. En algunos deportes, el contacto físico forma parte del juego. Los empujones con el hombro en el fútbol o las cargas en el hockey están previstos en el reglamento de estos deportes. En el boxeo, el contacto violento no solo está permitido, sino que determina el resultado del combate. Las protecciones para la cabeza pueden ayudar a reducir las lesiones superficiales, pero no sirven para evitar los golpes más fuertes ni las lesiones permanentes e internas, por muy pequeñas que sean, del sistema nervioso central. Si el contacto físico está previsto en las normas, ¿hasta qué punto se puede ser enérgico sin ser demasiado violento? ¿Quién decide dónde está el límite? Los atletas juegan un papel importante en determinar de forma general lo que es justo y lo que no lo es. Los organismos deportivos, en sus reglamentos y declaraciones públicas, deben tener en cuenta el objetivo olímpico de promover la amistad. Se deben fijar unos límites que determinen qué se puede hacer a un amigo, aunque éste consienta el acto de violencia. La amistad debe ser el criterio principal. 112