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Desde el punto de vista fisiológico, el cuerpo humano responde a las diferentes situaciones a través de la activación de ciertas hormonas y el sistema nervioso; donde el hipotálamo envía señales a las glándulas adrenales para producir más hormonas de adrenalina y cortisol y enviarlas al torrente circulatorio. Éstas aumentan la frecuencia cardíaca, la presión arterial, el metabolismo y la frecuencia respiratoria. A nivel circulatorio, los vasos sanguíneos se ensanchan para permitir una mayor circulación hacia los músculos, poniéndolos en alerta. El hígado libera glucosa para aumentar la energía del cuerpo, las pupilas se dilatan para mejorar la visión y el cuerpo produce sudor para refrescarse. Todos estos cambios físicos preparan a la persona para reaccionar eficaz y rápidamente frente a la tensión emocional. Estas reacciones son denominadas como respuesta al estrés. Si funciona como es debido, esta reacción es la mejor forma para que la persona funcione bajo presión. Pero si no, causa problemas cuando es extrema.

Cuando una persona sufre estrés de forma crónica puede traer como consecuencia dificultades en las relaciones sociales, interpersonales, laborales, maritales, pero ante todo en la salud. Como por ejemplo cuadros intestino irritable, migrañas, enfermedades cardiovasculares, problemas dermatológicos, cáncer, diabetes, deterioro del aparato inmunológico con disminución de las defensas, etc. Las enfermedades tienden a producir una desestructuración que siempre es global, afectando en mayor o menor medida a todas las dimensiones de la persona y a la relación con su entorno familiar y/o social.

Existen dos tipos de estrés. El positivo, es el que aparece cuando la persona se siente presionada, pero interpreta que las consecuencias de la situación pueden ser positivas. Esto le permite utilizar el estrés para estar más activo, motivado y preparado para afrontar la situación. Es el caso, por ejemplo, de una competición deportiva. Este tipo de estrés está asociado con emociones positivas, como la alegría, la satisfacción o la motivación.

El negativo, que está relacionado con la anticipación de las posibles consecuencias negativas. Lejos de servir de ayuda o de motivador como el caso anterior, nos paraliza y nos impide realizar la tarea de forma satisfactoria. Nos desestabiliza y bloquea los recursos de los que disponemos para afrontar la situación que podríamos utilizar en circunstancias normales. Está asociado a emociones negativas como la tristeza, el enfado y ansiedad. A su vez, este tipo de estrés también facilita la posibilidad de que el sujeto sea más propenso a desarrollar adicciones con el alcohol, tabaco, ansiolíticos, o a realizar excesiva cantidad de ejercicio físico, alimentarse en exceso, lo que lleva a enfermedades tanto psicológicas como físicas, ya que se liberan en el organismo muchas sustancias químicas, que afectan y contribuyen en gran medida al deterioro generalizado de la persona.

"El estrés es la reacción del cuerpo a un desafío o demanda. Va acompañado de síntomas físicos, emocionales y otros relacionados con la conducta".

Estres positivo, motivación.