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Para mi gusto, aquí está la “gracia” del R8 RWS, algo más gamberro que el resto de versiones con tracción quattro. Aquellas, pese a conceder cierta prioridad a la trasera en su reparto de potencia, muestran un carácter más efectivo que emocional. Y en este caso, es justo lo contrario: se trata de un deportivo exigente para los conductores novatos, pero que recompensa -tal vez incluso en mayor medida- a los expertos.
Algo que ni siquiera los expertos deberían probar fuera de un circuito es desactivar por completo el control de estabilidad. Por ese motivo, y para que pudiésemos comprobarlo en un entorno controlado, Audi Sport habilitó una amplia pista de pruebas delimitada por conos y plagada de curvas cerradas para que pudiésemos dar rienda suelta a nuestro lado más salvaje… y de camino, para recordarnos que, cuando llega el momento de conducir sin ayudas, en realidad no somos tan buenos “pilotos” como creíamos.