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una Miguel tiene 28 años. Es periodista,
editora y traductora. Pero, fundamen-
talmente, es escritora. Ha publicado seis
libros de poesía y antologado otros cuatro.
También ha escrito el ensayo El dedo.
Breves apuntes sobre la masturbación femenina, el
relato Exhumación, junto a Antonio J. Rodríguez y,
recientemente, El funeral de Lolila, una novela va-
liente y brillante, en la que Lolita, por fin, toma la
palabra. Muy pronto llegará a las librerías ‘Hazme
volar’, un libro destinado al público infantil —«ojalá
les guste, ojalá les haga felices»— que ha escrito
pensando en su hermana de un año y en su hijo,
que está a punto de cumplir tres. Porque Luna
también es madre. Y es hija. Y mujer. Feminista:
«Hay momentos en los que soy por encima de
todo escritora. Y otros en los que soy por encima
de todo madre. Y otros en los que soy por encima
de todo amante. Y otros en los que soy amiga, o
en los que soy espectadora, o en los que no soy
nada ni nadie, o tal vez sólo yo misma, que tam-
bién es necesario saberlo». el ejercicio más difícil y al mismo tiempo el más
agradecido que he practicado desde que escribo.
Un libro que está a mitad de camino entre mi vieja
poesía, tan visceral, y la narrativa que escribo des-
de hace cuatro años. Ahora lo leo como una nove-
la en verso sobre el proceso de desear ser madre,
perder a un hijo y ver el nacimiento de otro.
PREGUNTA: Periodista, escritora, traductora,
editora… ¿De qué manera ha influido el ambiente
literario en el que creciste en que tu desarrollo
profesional se centrara en las letras?
RESPUESTA: La dedicación de mi abuela y de mis
padres a la literatura ha sido fundamental para
mí, no me cabe duda. Mi abuela fue profesora de
lengua y literatura en un instituto de Alcalá de
Henares durante toda su vida. En su casa siempre
ha habido libros. Y en la de mis padres también. Mi
padre aún es profesor de lengua, y mi madre fue
editora primero de una pequeña revista y después
de una modesta editorial independiente de poesía.
Además de todo eso, eran enormes lectores, y fue
tener todo ese acceso a libros y libros y libros lo
que me ayudó a hacerme adicta a ese vicio lector. P: También tratas un tema tan doloroso como el
del aborto, un tema que, muy poco a poco, va sa-
liendo más a la luz, con tu testimonio, el de Paula
Bonet... Es muy, muy generoso por vuestra parte.
Gracias.
R: Gracias a ti. Creo que es un tema espinoso, pero
que se está empezando a abordar de una manera
brillante, sin tapujos. Por un lado esos relatos so-
bre el aborto espontáneo, como el de Paula Bonet
o el de Irene G. Punto, y por el otro esos sobre el
aborto voluntario, como el de Rosa Moncayo o el
de Nuria Labari. Qué necesarios son y serán estos
textos. Pero no podemos olvidar a las que lo con-
taron antes. Pienso en Anne Sexton, por ejemplo,
o en Blanca Varela, o en tantas otras escritoras
que lo dijeron pero a las que no se les hizo nunca
el menor caso porque esos temas “no eran litera-
rios”. Claro que lo eran. ¿La vida y la muerte no es
y ha sido siempre el motor de la escritura? ¿Enton-
ces por qué la experiencia de las que dan vida se
ha dejado apartada? Por suerte, los nombres que
he citado antes, demuestran que eso ya no va a
volver a ser a sí.
P: Empezaste a escribir poemas después de leer
a Bukowski. Seguramente, muchas personas ha-
yan empezado a hacerlo después de leerte a ti.
¿Te consta? ¿Te da vértigo?
R: Me consta que algunas personas más jóvenes
que yo me han leído y me han apreciado mucho
en esa etapa en la que uno busca referentes cer-
canos. Da vértigo, pero también confianza, porque
además se genera un diálogo precioso entre todos
nosotros.
P: Toda la ternura y la dureza de la maternidad
es para mí El arrecife de las sirenas. ¿Qué es
para ti?
R: Creo que nunca voy a volver a escribir un
libro como El arrecife de las sirenas. Para mí es
P: En él, creo, hay tres grandes temas: la muerte,
la vida, el viaje. ¿Están los tres contenidos dentro
de la maternidad?
R: Desde luego. Vivo la maternidad desde esos
momentos. Para poder ser madre antes he teni-
do que ser hija, y ese es el proceso de El arrecife
de las sirenas. Es el impulso de la muerte de mi
propia madre el que me empuja a serlo yo. Silvia
Nanclares escribió sobre ese sentimiento en Quién
quiere ser madre: cómo el duelo nos contagia las
ganas de generar vida. Es algo tan irracional pero
tan hermoso que lo recuerdo como la época más
intensa de mi existencia, y quizá en la que más he
leído y escrito desde que tengo memoria.
P: ¿Qué “pesa” más, ser madre o ser hija?
R: En realidad no siento que me pese ninguna de
las dos cosas. Se vive con ellas y se aprende de
ellas.
P: ¿Y de qué manera influye una cosa y otra en tu
carrera artística?
R: En el caso de mi maternidad, me ha ayudado a
tener prioridades, a ser más ordenada, a ser más
ABRIL 2019 •
mama
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