época actual en la que vivi-
mos, pero lo cierto es que hay
más motivación por parte de
ellas.
P: ¿Más motivación y también
más competitividad porque
ver quién alcanza niveles más
altos?
R: Precisamente sobre los
cursos tengo una pequeña
anécdota. Antes llamábamos
a los cursos iniciación, medio,
avanzado, superior… Pero un día vi una pequeña
rivalidad entre los niños por pertenecer a uno u
otro grupo así que decidí cortar esa situación de
raíz y cambié el nombre de los cursos. Al fin y al
cabo la única diferencia que había entre un curso
y otro era la edad de los asistentes. Ahora tienen
el nombre de los programas de magia que hizo
mi padre en la televisión; lo cual no indica que
lleven más o menos tiempo, ni que sepan más
o menos: Tiempo de Magia (de 7 a 8 años), Por
Arte de Magia (9 años), Magia Potagia (de 10 a 11
años), Luna de Verano (de 11 a 12 años) y Chan-
ta-ta-chán (de 12 a 13 años).
P: Estos niños, ¿podrían llegar a ganarse algún
día la vida con la magia?
R: La magia es un trabajo que está muy bien
remunerado. Hay mucho trabajo, y lo ha habido
incluso en estos años de crisis más fuerte. Ade-
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•
mama
• ENERO 2019
más, el mago es el que más
cobra cuando se hace un festi-
val y se contrata a un músico,
unos actores, unos payasos…
El precio del mago siempre
va a ser el más alto y esto
ha sido siempre así. Ya en la
Antigüedad, cuando los circos
viajaban en el carromato de
una ciudad a otra, el mago es
el que iba en el carromato, los
demás tenían que compartir-
lo. El mago es un artista muy
completo, que sabe psicología, matemáticas o
ciencia pero que también tiene que crearse sus
propios guiones, dirigirse a sí mismo sobre la
escena. El mago tiene que ser su propio técnico
de sonido y de luces.
“Los magos
juegan al papel
de los dioses:
hacer realidad lo
imposible”
P: Y eso que durante un tiempo pareció que se
consideraba a la magia como un arte menor.
R: Por suerte ya no se ve así, como un arte me-
nor “para entretener a los niños”. Ahora cuando
contratan a un mago toda la familia se queda
a verlo, todos quieren ver la magia. Se valora
mucho más. Cuando un niño hoy quiere aprender
magia sabemos que va a poder vivir bien de ello.
Y si bien antes de diez niños a los que le pre-
guntases tan sólo uno afirmaba querer dedicarse
profesionalmente a la magia, hoy te diría que
cinco de cada diez tienen clarísimo que quieren
ser profesionales. ■