P: ¿Hasta qué punto es importan-
te la educación en este sentido?
R: La educación que damos a
nuestros menores tendría que ser
una educación veraz, libre de pre-
juicios, y en esa educación entra
si o si, el tema que sigue provo-
cando tantos tabúes, que son los
cuerpos. No se conciben cuerpos
que tengan una genitalidad dife-
rente a la mayoría y no porque no
existan, porque revelar algo así,
da miedo, porque dar credibilidad
a esta realidad puede parecer que
contradice creencias y que esas
creencias son más fuertes que lo
que de verdad importa que es el
amor y el respeto, por los seres
humanos, sea cual sea su diferencia. Es preferible la
quema en la hoguera de unos cuantos que echar
por la borda un sistema de creencias basadas en la
existencia de una sola forma de existir como hom-
bre o como mujer.
“Los que necesitan
acompañamiento
no son los niños,
son las personas
que les rodean”
P: ¿Cuáles son los mitos más arraigados con res-
pecto a la transexualidad en la infancia?
R: Durante décadas el hecho de que la OMS hubiera
clasificado la transexualidad como una enfermedad
mental ha hecho que la mente de la gran mayoría
de la sociedad también lo clasificara de esa manera.
Un juicio hecho por los altos estamentos de la so-
ciedad, que ha llenado la vida de muchas personas
de discriminación, acoso, estigma y desgraciada-
mente, en consecuencia, una vida indigna e incluso
la muerte.
La importancia de que desde hace unos meses ya
no esté clasificada como enfermedad mental, es
que quizás ahora las nuevas generaciones no enjui-
ciarán y podrán interiorizar la transexualidad como
lo que es, una parte más de la diversidad humana.
P: ¿Y esto es positivo de cara a futuras generacio-
nes?
R: Para muchos, el daño ya esta hecho para otros
esas creencias fuertemente arraigadas a lo largo de
los años permanecerán, es un pro-
ceso todavía lento y doloroso, por-
que ni siquiera ahora está clasifica-
do como lo que es, simplemente,
una forma más de la naturaleza
humana, que no puede ser diag-
nosticada, simplemente respetada.
P: ¿Cómo es la nueva “denomina-
ción”? ¿Es más positiva?
R: Su nueva denominación como
“incongruencia” puede llevar a
pensar lo que la propia palabra
significa, falta de congruencia,
sentido, lógica, ideas, acciones o
cosas. Desde el mismo instante
que se nos regala la posibilidad
de estar en este mundo, nos cla-
sifican, como hombres o mujeres, y parece que no
somos capaces de entender que el hecho de que la
mayoría tenga unos genitales que tenemos interio-
rizados como lo “congruente” para un hombre o
para una mujer, no significa que todos los tengan y
el hecho de que unos genitales nos señalen como
incongruentes, con falta de sentido o lógica, es
realmente desesperante. Es un problema tener que
demostrar a alguien quien eres y estar años en ma-
nos de personas que piensan que tu identidad pue-
de que cambie, que duden de ti, que tengas que
pasar por humillaciones para poder conseguir que
un ser humano igual que tu, decida si realmente
eres quien dices ser. Una tortura, una falta de respe-
to y una violación constante de los derechos huma-
nos fundamentales.
La identidad, quien uno es, no se diagnostica, se
respeta, para que esa persona pueda vivir tal y
como es, no como el mundo quisiera que fuera. Las
personas trans, no tienen un desorden de identidad
de género, son personas que como todas tienen
una identidad, seguir hablando de desorden, de in-
congruencia, hará que el estigma que lleva la pala-
bra transexualidad consigo, nunca desaparezca de
las mentes de las personas. Llamar incongruencia a
la transexualidad es continuar por un camino espi-
noso, por eso seguimos luchando. ■
NOVIEMBRE 2018 •
mama
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