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vivir por encima del umbral de la pobreza y sobre
todo en esas situaciones de vida insana, se llegó a
un tope. En definitiva, se pasó de una vida centra-
da en lo tradicional y en las relaciones de familia
típicas, a un estilo de vida centrado en lo laboral,
donde lo económico es el motor social y los valores
de trabajo son los protagonistas de una sociedad
decadente. El movimiento sindicalista puso orden
en esta situación desfavorecida para la infancia y
coherencia en la vida familiar, protegiendo a los
niños de ese “progreso” que estaba por encima de
las vidas. encontramos con que ya no se puede sacar terre-
no para humanizar las ciudades. Nos encontramos
también con una estructura de pisos, uno tras otro,
todos iguales con idénticos materiales, amonto-
nados, y un grave déficit de espacios verdes, de
parques, de áreas para poder jugar de un modo
libre. En definitiva, de un estilo arquitectónico más
creativo, más pensado en el servicio social y en
crear comunidad.
Y salvando las distancias, y sin mínimo ápice de
frivolidad, es evidente que no estamos en la misma
situación, pero hay muchos paralelismos entre am-
bas épocas con relación al trato de la infancia, así
nos lo recuerdan los actuales estudios sobre juego
e infancia nos trasladan hasta este momento, como
fundamental. Nuestro gran problema, la conciliación
laboral y familiar, pone en evidencia que una vez
más debemos luchar porque un estilo de vida más
tradicional y centrado en la familia regrese. Estare-
mos siempre a tiempo de cambiar nuestra sociedad
a mejor siempre que estemos dispuestos a sacri-
ficar parcelas como la económica o la laboral en
detrimento de la social. EF: Sin duda considero que las grandes ciudades
son ambientes más hostiles no sólo para el juego,
sino también para la crianza. De hecho, cuántos de
nosotros somos cosmopolitas, nos encanta la vida
de la ciudad, la gente, la oferta cultural que ema-
nan,... Eso sí, para ser madre o padre, para criar a
los niños, prefiero el pueblo. ¿Y esto por qué? Pues
porque las ciudades se construyen pensando en el
adulto y sobre todo, en el dinero. EF: Yo tengo un ejemplo muy cerquita, que con
pequeños actos ha venido consiguiendo grandes
cambios estructurales en la ciudadanía. Se trata
de la ciudad gallega de Pontevedra. Si bien es
cierto que el pequeño tamaño de la ciudad ayuda,
desde el año 2010, los pontevedreses han venido
desarrollando en su ciudad medidas para favorecer
una convivencia pensada en todos y todas, inde-
pendientemente de su edad. Todo empezó con
la propuesta Camiños escolares, traducido como
caminos escolares. Se trata de una iniciativa del
ayuntamiento para que los niños vayan solos a
sus respectivos colegios. Algo que es impensable
desde nuestra concepción de ciudad “peligrosa”,
¿verdad? Lo han conseguido fijando unos itinera-
rios estables y con la ayuda de un grupo rotatorio
de voluntarios que controlan lugares específicos
(cruces, zonas de tráfico condensado, etc.). Los
centros escolares también se han unido al cambio
y un alto porcentaje de niños y niñas pontevedre-
ses pueden ir caminando con total libertad a sus
colegios. Pero ha sido sin duda, la influencia que
Francesco Tonucci ha traído consigo y con su pro-
yecto A cidade dos nenos (La ciudad de los niños),
que pretende fomentar los lugares de juego al aire
libre en las ciudades, lo que ha situado a Ponteve-
dra como una ciudad con representación a nivel
europeo de calidad social.
La burbuja inmobiliaria nos ha dejado más peso
encima que la crisis financiero económica, pues
se ha primado el modelo de construcción vertical
por encima del horizontal. Se ha construido para
hacer dinero, no para hacer sociedad. Y ahora nos Una ciudad más amable para la infancia no es
una utopía, o una idea de unos cuantos soñadores,
es que ya se está trabajando, tanto en Pontevedra
como en otras ciudades españolas, para que esto
sea una realidad.
DO: ¿Dirías que esa falta de juego social es más
“grave” en las grandes ciudades que en los lugares
más pequeños o ya no hay escapatoria?
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•
mama
• NOVIEMBRE 2018
DO: En tu opinión, ¿cómo sería una ciudad más
amable para la infancia?