Madresfera Magazine 17 - Septiembre 2018 | Page 23

están concebidos como una for- ma de preparación para la vida en libertad. A ellos pueden acce- der mujeres en tercer grado y con niños mayores de tres años, en segundo bajo el régimen de flexi- bilidad que marca el Artículo 100.2 y expresas. “Aquí nos olvidamos de las re- jas, de las puertas, de las “levanta- das” que dicen los pequeños, de los recuentos. Toda esa parte los niños empiezan a olvidarla”, expli- ca Chelo Hernández San Segun- do, responsable de la Fundación, que añade que ofrecer a las ma- dres este hogar “no tendría senti- do” si no se aprovechase el mismo para ayudarles a rehacer sus vi- das. En ese sentido, la piedra an- gular del proyecto de la Funda- ción Padre Garralda – Horizontes Abiertos pasa por “la atención in- tegral” a las madres, por darles cobertura en todo lo que tenga que ver con la normalización de vida: “Esto pasa por un empode- ramiento personal, que es muy importante, porque cuando se produce un internamiento peni- tenciario lo más habitual es que se pierda hasta la identidad. Al final te conviertes un poco en un nú- mero, siguiendo una normativa muy estrecha, con poca capaci- dad para tomar decisiones. Esta recuperación para nosotros es la principal. De la mano de ésta van la formación y la inserción laboral. Y luego también está la parte de gestión documental, ya que mu- chos reclusos y reclusas pierden sus permisos de residencia o de trabajo. Incluso las personas na- cionalizadas puede que no tengan los documentos renovados”. “Las madres presas tienen unos niveles de estrés y de ansiedad más altos que otras madres y ese estrés se lo transmiten a los niños” Podemos pensar que las ma- dres se adaptan con rapidez a esta forma de cumplir condena que cambia para bien sus vidas, pero como explica Hernández San Segundo, dependiendo del tiempo de permanencia en el cen- tro penitenciario, el proceso de adaptación puede ser bastante largo: “El ser humano es muy adaptativo y la normativa de la cárcel se asume como un ritmo vital. En ocasiones las madres son exigentes con que haya una nor- ma muy estrecha, necesitan ese seguimiento. Nosotras intenta- mos decirles que la norma está bien, pero que este es su hogar y que de alguna manera tienen que cuidarlo y atenderlo como tal. Se- gún les salga de dentro. Esto les cuesta. El hacer la casa suya les cuesta. Establecer lazos de con- fianza es también una batalla, porque vivir dentro de una prisión no es nada fácil y recobrar la con- fianza en las personas es compli- cado, cuesta mucho". Mucho mejor lo llevan los niños. No en vano, según la portavoz de la fundación, los cambios que perciben en los menores en po- cos meses “son radicales” a nivel afectivo y emocional: “Hablamos de niños que llegan a los hogares con dificultades para sonreír es- pontáneamente, para llorar, para mostrar emociones. Observamos pautas de conducta muy coarta- das. En pocos meses los cambios son asombrosos”. También a nivel de estimulación. Hay que tener en cuenta que hablamos de me- nores que, en su mayoría, han na- cido ya dentro de la cárcel, que han sido custodiados desde el nacimiento. “Toda la parte de es- timulación a nivel auditivo, visual y social está limitada a la prisión. En un centro como el nuestro esta parte es más rica y trabaja- mos para la pro-estimulación, para que esas limitaciones se re- conviertan en nuevas fotografías, en nuevas imágenes y recuerdos, en nuevas sensaciones”. Nuevas fotografías, nuevas imá- genes y recuerdos para que ma- dres e hijos tengan la oportuni- dad de volver a empezar. SEPTIEMBRE 2018 • mama • 23