“El padre ha dedicado cada
vez más dinero, pero cada vez
menos tiempo, a sus hijos”
EL MODELO TRADICIONAL DE
PADRE
Desde hace generaciones los ni-
ños han crecido al lado de padres
más bien ausentes, centrados casi
en exclusiva en su labor de pro-
veedores económicos y discipli-
narios. Ellos, los padres, ponían el
dinero y el cinturón. Ellas, las ma-
dres, el cuidado y los afectos.
“Siempre que reflexionamos sobre
la paternidad podemos remontar-
nos a nuestra experiencia como
hijos e hijas. Recuerdo que mi pa-
dre, un buen hombre, fue casi un
analfabeto emocional y el contac-
to físico hasta cierto punto le in-
comodaba. Nunca me dijo que me
quería, aunque me lo hizo saber
de otras formas. A veces pienso
en lo duro que le habrá sido tener
que mostrarse todo el tiempo
fuerte”, reflexiona desde Argenti-
na Eduardo Bogino, antropólogo,
trabajador social, miembro de la
Asociación de Hombres por la
Igualdad de Género (AHIGE) y pa-
dre de dos.
Este modelo de padre provee-
dor, con sus variaciones, sigue es-
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tando vigente hoy. Pese a su ana-
cronismo. Así lo reconoce Teresa
Martín García, doctora en Ciencias
Políticas y Sociales por el Instituto
Universitario Europeo de Floren-
cia y científica titular en el grupo
de investigación sobre dinámicas
demográficas en el departamento
de Población del CSIC. Según la
experta, un número aún elevado
de padres “se siguen consideran-
do proveedores principales de la
familia y apenas se perciben como
cuidadores”. Son los conocidos
como padres cuidadores ocasio-
nales, es decir, padres que partici-
pan o ayudan puntualmente a la
madre en las labores de crianza y
cuidados “pero para los que la pa-
ternidad no es un fenómeno que
implique por igual a mujeres y
hombres, como demuestra el he-
cho de que no realizan adaptacio-
nes personales y laborales signifi-
cativas de cara a poder cuidar”.
“El padre ha dedicado cada vez
más dinero, pero cada vez menos
tiempo, a sus hijos. Está habitua-
do a contar el dinero para la vida
de su hijo, pero a contar cada vez
menos en su vida”, escribe el inte-
lectual italiano Luigi Zoja en El
gesto de Héctor, un ensayo re-
cientemente actualizado y reedi-
tado en España por Taurus que
muchos señalan como la biblia de
la paternidad. Plantea el sociólo-
go y analista junguiano que histó-
ricamente los padres no habían
estado tan alejados de la vida de
sus hijos, pero que los cambios de
oficio en Occidente producidos
en el siglo XX, con la desaparición
de los oficios tradicionales, han
provocado que trabajen cada vez
más lejos o que se hayan marcha-
do, en lo que él define “casi como
un genocidio de los padres”.
“Antes de la revolución indus-
trial no existía una clara distinción
entre el trabajo productivo y re-
productivo, todos los miembros
de la familia participaban en casi
todos los trabajos y los hijos hijos
e hijas se incorporaban a ellos a
muy corta edad”, coincide Bogi-
no, que señala que en esta época
comenzó a gestarse una nueva or-
ganización social de los trabajos
de cuidados: “el pensamiento
económico fue asociando el tra-
bajo al mercado y el salario, y des-
valorizando el trabajo doméstico
y de cuidados, haciendo una dis-
tinción entre el valor del trabajo
asalariado y el no valor del trabajo
doméstico, de forma que las ta-
reas de cuidado de las madres se
fueron percibiendo de manera
progresiva menos como trabajo y
más como producto del amor ma-
ternal”.