[ EL POST DEL MES ]
P
or qué crees que está tan mal visto, para un
sector de la sociedad (como demuestra el
artículo de Carmen Posadas), que una
madre deje temporalmente su trabajo para
criar a su hijo o que lo amamante por
encima de los dos años de edad?
Creo que las razones son múltiples y no todas
comunes a ambas cosas, pero en el fondo de la
crítica creo que sí comparten cierta base. Hay una
parte importante del movimiento feminista que
contemplará siempre con horror que cualquier mujer
se someta voluntariamente a eso que consideran
nuevas viejas formas de esclavitud doméstica.
Con lo que costó —y sigue costando— que las
mujeres os incorporéis en igualdad de condiciones al
mercado laboral, se ve como un paso atrás que una
opte por volver al hogar, como si no existiera la
posibilidad de hacerlo de verdad por voluntad propia,
como si cualquier mujer que tome esa decisión lo
hiciera inevitablemente condicionada por nuestro
entorno machista. Me pregunto en el post si debo
avergonzarme yo por dejar a un lado mi trabajo para
dedicarme a mi hija, pero en el fondo soy consciente
de que desde muchas ópticas la situación no es
exactamente equivalente a la de una mamá que
hiciera lo mismo. Las connotaciones que el mismo
acto tiene varían todavía mucho según sea un hombre o una mujer quien lo haga.
En el caso de la lactancia creo que no hay tanto
componente de género. Hay una parte, claro: Hay
quien opina que dar el pecho es otra atadura que
perfectamente podría sustituirse por biberones
repartidos a partes iguales entre papá y mamá. Pero
en este caso creo que el motivo principal es más
cultural que otra cosa.
Desde mi punto de vista, hablar de la «cultura del
biberón» no es una exageración, es una realidad que
se puede documentar analizando cualquier forma de
nuestra cultura social como las películas o la publicidad. Tenemos la imagen de bebés pequeños tomando
el biberón porque nos suena haberlos visto en los
anuncios, pero poco más. Esa ausencia de una
«cultura de la teta» se alimenta, además, de los
tabúes derivados de la cosificación de vuestro
cuerpo. Hay muchas campañas que contraponen el
escándalo que produce una teta lactante frente al uso
y abuso que se hace del pecho femenino en la
publicidad o en el mundo del espectáculo. Me encan-
FICHA BLOGGER
Blog: Papá llega tarde
Blogger: Enrique Herrero
Edad: 32 años
Hijos y edades: una hija de 17
meses
Blogger desde: 5 de febrero
de 2016
Temas del blog: reflexiones
personales sobre paternidad,
crianza, conciliación… y un
poco de cocina
Visitas/mes: 340
Páginas vistas/mes: 722
Twitter: @euqirnetoso
Frase favorita: «Si tu problema tiene solución, ¿por qué
te preocupas? Y si no tiene
solución, ¿por qué te preocupas?»
tan. Teniendo todo eso en cuenta, me río por no llorar
cuando leo, como en el artículo de Posadas, que con
la bandera del feminismo se tacha de exhibicionista a
una madre lactante. ¿No debería el feminismo,
justamente, criticar la postura contraria? La de quien
decide desde una agencia de publicidad con muchas
firmas masculinas cuándo y dónde se puede sacar
partido a una teta; la de una sociedad que pretende
decirles a las mamás cuándo es correcto usar su
pecho para aquello para lo que muchas entienden
que lo tienen…
Como dices en tu post, vivimos en una burbuja en
las que nos rodeamos de gente, tanto en la vida real
como en las redes sociales, que piensa más o menos
igual que nosotros. Y obviamos, conscientemente, a
ese otro mundo que piensa diferente. ¿Nos esforzamos poco por entender al otro y nos resulta más
fácil criticarlo?
Creo que sí, y yo el primero. Vivimos con la sensación
de no tener tiempo para nada, así que supongo que
priorizamos las conversaciones (o las lecturas) que
sabemos que nos van a hacer pasar un buen rato y
evitamos aquellas compañías —virtuales o físicas—
con las que sabemos que vamos a acabar discutiendo
o, como mínimo, molestos. Hace falta mucha fuerza
de voluntad para dedicarle tiempo a entender las
motivaciones de quien opina distinto. Es mucho más
fácil leer un titular o los 140 caracteres de un tuit y
lanzarnos al cuello del autor sin preocuparnos de qué
es lo que lo lleva a escribir tal o cual cosa.
JULIO 2016 •
mama
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