que pagar tus cuentas, tus gastos, vamos, necesitas el dinero… así que mantienes ese trabajo, o brincas de uno a otro buscando el que te pague mejor.
El problema de tener un estilo de trabajo es bastante claro, ¡no estás viviendo! No estás disfrutando tu vida y, seguramente, te estás perdiendo de todo lo que es en verdad importante, como tu familia, el tiempo que pasas con ellos, ver crecer a tus hijos, salir de vacaciones, tu salud, etc.
Por el contrario, el mayor beneficio de un estilo de vida es que tienes la libertad para enfocarte en lo que es más importante para ti. Desde tu actividad diaria (trabajo) hasta el hecho de hacer ejercicio, pasar tiempo de calidad con los tuyos y enfocarte en crecer en todos los sentidos. Tener un estilo de vida implica que tienes el tiempo de hacer lo que quieres hacer, y claro, percibir un ingreso a cambio, no sólo económico, sino emocional, como escribí en los 2 tipos de ingreso que debes buscar.
Ahora, no estoy diciendo que sea sencillo hacer el cambio de un estilo de trabajo a un estilo de vida, pero el primer paso es aceptar que no estás satisfecho(a) y darte cuenta que la vida es muy corta como para no disfrutarla al máximo. Tampoco estoy diciendo que tienes que “aventarte a lo borras”, renunciar y dedicarte a tu pasión (aunque si eres de los que les gustan las emociones fuertes, tal vez sería lo mejor que podrías hacer), pero lo que sí tienes que hacer es:
1. Tomar la decisión de hacer algo al respecto.
2. Hacer un plan para hacer el cambio de forma gradual.
3. Obtener el apoyo y soporte necesario para lograrlo.
De los 3 puntos anteriores, el más importante es el primero: tomar la decisión.
Así, te invito a que analices dónde estás en este momento, ¿vives para trabajar? ¿trabajas para vivir? ¿o estás en algún punto intermedio?