LUMEN
Edición #1 • Agosto 2014 • Página 4
Hay que destacar, como veremos en los próximos párrafos, que Yumet es el único de los
escritores que han reseñado la cadena de eventos que culminaron en el traslado que señala la
fecha del 18 de febrero de 1899 como aquella en la que se tomó el acuerdo para iniciar la gestión
de mudanza.
Por otra parte, quince años después de efectuado el cambio de sede, el reconocido escritor
y masón Modesto Cordero lo rememoraba de la siguiente manera:
Pero fue tan enojosa la conducta del Gobierno para con los TT. (talleres) durante los años
95 y 96, que se hizo imposible continuar los trabajos, so pena de pasar por la humillación
de ser vigilados constantemente por la policía municipal y por la Guardia Civil. Unas
cuantas Logias, tales como Aurora, Modestia e Hijos de la Luz, suspendieron sus trabajos
temporalmente; otras tales como Tanamá y Sol Naciente, se clausuraron con carácter
definitivo, arrolladas por los acontecimientos. Estos prolegómenos determinaron que la
Gran Logia Soberana de P.R. acordara con fecha 27 de Diciembre (sic) de 1896 la
suspensión temporal de toda labor masónica, recomendando esa conducta a los TT. De la
obediencia. En la sesión en que se adoptó el acuerdo es digna de recordarse la
manifestación del H. Juan C. Castera, de Ponce, quién significó la conveniencia de tomar
el acuerdo en cuestión, toda vez que los Alcaldes tenían órdenes reservadas de vigilar las
Logias cuidadosamente, según se lo había expresado el Alcalde de Ponce, rogándole a la
vez que clausurara la Logia Aurora, “para evitarle trabajo a la policía”. Quiso la Gran
Logia demostrar con su actitud al Gobierno de una manera elocuente que la masonería no
es ni ha sido nunca una Institución política en el sentido que ordinariamente se le da a esa
palabra, sino la portaestandarte de la fraternidad humana, siendo uno de sus preceptos el
más absoluto respeto a los poderes constituidos.
Así terminò el “segundo periodo” de la masonería en nuestro país, después de 20 años
más o menos de luchas homéricas por el establecimiento de la hermosa Institución, que
tan odiada y perseguida es por los Poderes despóticos como querida y respe tada por los
gobiernos democráticos. Nuestros hh.: procedieron de acuerdo con nuestras doctrinas, en
la esperanza de que tal vez no muy tarde la luz de un nuevo Sol nos anunciaría el santo
triunfo del “derecho”, como una realidad para la humilde isla, que solo había tenido por
premio de su mansedumbre el “único premio” que los tiranos conceden a los pueblos
pacíficos y tranquilos: la injusticia….
El renacimiento de la masonería, o sea su tercera época tuvo lugar en 1899, en que la
bandera americana flotaba gallarda y majestuosa (sic) sobre nuestros edificios públicos,
pregonando con sus franjas y con sus estrellas el entronizamiento (sic) de la razón y de la
ciencia por los senderos del trabajo y de la virtud, así como la perfecta igualdad entre los
hombres ante el imperio augusto de la Ley.
El 27 de Febrero (sic) del referido año, reunida la Gran Logia, previa segunda
convocatoria, se acordó dar vida a los trabajos masónicos en el territorio de P.R.; pasar la
carta constitutiva de la Gran Logia y todos los demás documentos propios de dicho
Centro al H. Santiago R. Palmer para que en su calidad de Ex Gran Maestro instalara la