Los omniscientes N°1 , Julio 2014 | Page 33

La canción de la urraca

Miro el cielo, observo esta panza de burro que a su vez me mira, y recuerdo aquella vez en la que miré por la ventana y la vista solamente ofrecía un monte de crucecitas blancas multiplicándose hasta el espanto. Noto un rugido en el aire apenas perceptible, el runrún rítmico parece venir de una bestia renegando en sueños. De nada me sirve el paraguas, o el amuleto que encontré, si el agua nace de la tierra para rellenarla de charcos de sucio barro. Por lo menos, allá se rellenaban los socavones de obús con cera roja hasta convertirlas en rosas, allá se colgaba la ropa al sol en los barrios minados y los recuerdos familiares tapaban los agujeros en las casas. Aquí, en cambio, el horror es añejo, apenas la recuerdan los árboles que fueron plantados en la gran guerra, apenas se siente el olor a azufre cuando sopla el viento; aun incluso cuando lo hace desde la nostalgia, cada noviembre, en la ceremonia anual en honor a los caídos. La ceremonia en el gran parque del recuerdo, aquella abuelita minúscula cantando a capella con vocecilla de colibrí, la boina de los veteranos tapando gran parte de su rostro.

Sigo mi camino, contando las urracas, como en la canción:

"One for sorrow, two for joy". La segunda se demora tantísimo, que ya los cuervos revolotean, trazando presagios en el aire con un sacudir de alas entre las nubes. Corre un viento desagradable, helándome las narices con aromas de ropero sin usar, como si el pasado hubiera irrumpido en todas las casas hasta hacerlas supurar.

"Three for a girl..." un berrido infantil cruza el aire y aparece la lluvia. Es una lluvia en diagonal, para calarte desde todas las direcciones y desde todas las geografías del mundo.

"Four for a boy" Cuatro rosas para el niño que ya no podrá llenarse los pies de barro mañana,

con sus tres amigos, allá en la plaza o en el puente que cruza el agua helada.

"Five for silver, six for gold" Mercaderes buscan almas en todos los idiomas, encaramados en la triste escalinata como hormigas borrachas de verano... y las almas huyen, como las gotas de lluvia sucias y aterradas en los vidrios de las casas.

"Seven for a secret...

... never to be told"

Todos los supervivientes arrastran un secreto compartido bajo el esparadrapo que les cruza, invisible, la cara. Un secreto solamente palpable un segundo antes de que estalle el cielo, en el instante en que a la panza de burro le nacen unas venas moradas y aparece aquella luz de la que hablan los poetas y los lienzos, hasta que uno regresa, empapado, a su casa.

Isolda Font Ibanez (Española residente en Coventry, Reino Unido)