MISERIA HUMANA
Demonios en enjambre acometen mi persona.
Como antílope atacado por hienas y licaones,
recibo desgarrado la hiel de sus palabras,
sus diatribas, cual llamaradas del fuego infernal,
zahieren las carnes de la razón y la verdad
y erosionan mi credibilidad y bonhomía.
Cargando su carcaj con las miserias de este mundo,
me lanzan flechas de intereses muy mezquinos;
mientras yo, en vano, intento defenderme
alegando pensamientos y razones.
Ya quisieran oírme, herido y quejumbroso,
mil berridos lastimeros irrumpiendo por mi boca;
mas, ¡No los han de escuchar! ¡Jamás lo han de lograr!
Mi dignidad es fuerte como el duro acero Toledano.
He resistido el ataque del puma y del jaguar;
Inviernos gélidos y recios, incólume he pasado;
veranos Saharianos no han hoyado
mis caminos de vida, de luz y aún de gloria,
ni perturbado mi frágil paz espiritual.
Ni el más oscuro laberinto de venal integridad,
me hará olvidar la senda profunda y luminosa,
luz bendita de arte, letras y de sabiduría,
que en mi labraron mis antepasados con sangre y valor.
La nube negra oculta al sol antes de la lluvia;
pero, jamás apaga su luz sempiterna de vida y claridad;
y como dice el romancero Español:
“A esos perros apnéos
que ladran con desatino
alzo la pata y los meo
y prosigo mi camino”.
El tiempo y la razón, jueces supremos de la vida,
levantarán la cubierta blanqueada de sus tumbas vivas
y mostrará la podredumbre y la mezquindad de sus almas.
¡Qué desvergüenza! ¡Qué miseria humana!
¡Ya verán como el rocío abrirá el capullo del clavel!
¡Como el viento fresco ocupará el campo del Simún!
¡Como el aroma de azar perfumará sus guaridas!
Y sin enojo, a mis malquerientes les digo:
¡Canallas, hay les dejo mi reputación para que la mancillen!
ABEL RIVERA GARCÍA
Santa Marta, Colombia