vinimos a dejar, a ver si se devolvía, y en ese momento hicimos conciertos en Chile. Ahí nos dimos cuenta de que
había otra mirada hacia el grupo, de la gente y, claro, había una admiración, porque era el 75 y habíamos hecho
hartas cosas. Si bien no habíamos grabado más discos,
no había una cosa masiva, pero sí podíamos traer artículos de revistas, de diarios, comentarios de conciertos,
afiches de haber tocado en el Luna Park, festivales con
los otros grupos. Fue así como un chispazo. A nosotros
mismos nos sirvió para darnos cuenta cómo era Chile y
cómo habíamos evolucionado.
Era más fácil vivir allá. No había la preocupación del
dinero que tenemos en el mundo de hoy día. En ese
tiempo yo no recuerdo muy bien cómo se vivía, posiblemente nosotros estábamos en una clase social en la que
se podía ser así, tampoco sé por qué, tampoco sé por
qué se podría. No teníamos la presión del dinero. Igual
cuando Gato y Eduardo deciden venirse a Santiago, irse
de las casas familiares, y yo tampoco tengo idea si pagaban arriendo o no pagaban arriendo, no tengo idea.
A lo mejor eran casas prestadas. Pasaba mucho eso, o
sea que la gente te decía “mira tengo una casa ahí, te la
presto”. Y la cuestión de la comida tampoco, porque se
compartía. No había ese egoísmo o individualismo que
hay ahora. Nos han tirado a una selva donde nos están
diciendo todo el día que hay que competir, y que si uno
no se mueve, entonces nadie se va a mover, y que a uno
se lo van a comer. Ese es el mundo de hoy, en ese tiempo
no había esa presión. Además que estábamos viviendo
un proceso en ese momento que era todo para adelante,
que era todo como sueños, que todo va a cambiar y ser
mejor. Todos soñando, cada uno con su ideal de mundo
Gato, Julio Anderson, Eduardo, Claudio y Gabriel. Fotografía original de archivo Los Jaivas.