Afiche de las presentaciones del disco “El
Indio” en el Teatro Coliseo, Buenos Aires. Documento original de archivo Jaivamigos.
entonces “cántate alguna cosita”. “Y qué voy a cantar,
no tengo nada que cantar”. Y a mí se me ocurre, y me
acuerdo, justo hacía poco, no hacía más de una semana,
yo había escrito un poema que podía pegarle al asunto,
por el clima de la canción, y se lo llevo al Gato y le cuento: “Mira, yo creo que le va a pegar, a ver, trata de hacer
algo”, y así empieza. El poema era mucho más largo, la
letra de “La Conquistada” es quizás menos de la mitad
del poema, pero siempre Gato hizo eso. Empecé a ver yo
y el Gato va eligiendo lo que conocemos como letra de
la canción y yo me voy sorprendiendo, va dejando fuera
todo lo demás.
Pero ahí empieza el trabajo verdadero de nosotros,
porque, posteriormente, yo le voy a escribir a Gato, ya
sabiendo cómo es el asunto. Y él va a aceptar que yo le
escriba, sabiendo cómo es el asunto también. Después
llega la técnica tan grande, posteriormente, porque en
ese momento no había ninguna, solamente en la primera
etapa, pero posteriormente, en la última etapa, Gato tarareaba no más, y yo le ponía la letra. Así, tan simple como
eso. Pasó pocas veces viceversa, aunque yo siempre he
dicho así: Gato era capaz de ponerle música a un boleto
de micro y yo letra a cuando se cae un pañuelo. Era, según mi punto de vista, una dupleta bien completa. Pero
aquí está empezando, en “La Conquistada” Empieza,
cuando yo voy corriendo a buscar el poema.
Esa es la etapa de la conciencia. Si bien es cierto, en
“Los Sueños de América” está todo dicho, aquí se hace
efectivo, pero se hace efectivo en la música. Nuestra música entonces va a empezar a responder más a una especie de visión precolombina de América que a ser una música europea totalmente. Se arma y se crea, por primera