¡LAS COMPETENCIAS COMUNICATIVAS: EL CAMINO AL ÉXITO!
Por:
Paola Montiell. Profesional Adscrita a Éxito Estudiantil- Sede Cúcuta
“ESCRIBIR ES UN OFICIO QUE SE APRENDE ESCRIBIENDO”. – SIMONE DE BEAUVOIR
Es común encontrar a los gerentes de la actualidad en Colombia opinando sobre los criterios del nuevo personal y afirmando a la hora de la selección: "él es muy competente y apto, pero no sabe expresarse, no plasma fácilmente todo su potencial..." o " aquel Está formado y tiene la hoja de vida idónea; sin embargo, no tiene las habilidades comunicativas que requerimos, no redacta correctamente ni usa la ortografía adecuada". ¿Usted contrataría a alguno de estos perfiles?
Por estas y otras razones relacionadas se pierden todos los días importantes vacantes, cargos públicos y/o privados donde se escoge a una persona de una terna por su escritura en un ensayo, por su desempeño verbal en la entrevista o por su estructura y coherencia al sustentar con pertinencia lo plasmado por escrito. Es pues imprescindible, en el mundo de las comunicaciones y las tecnologías que se vive actualmente, personas que retomen la cultura de la correcta escritura, de la oratoria clara y de unas competencias comunicativas altas.
Y en medio de estas diferentes aptitudes y competencias comunicativas resaltar la labor de la escritura en el profesional es tornar la mirada a una exigencia por entender, comprender ser capaz de moldear un consolidado del proceso lector, analítico e interpretativo a partir de la construcción de unos cuantos párrafos. Sólo con este ejercicio se podría determinar el potencial de un profesional.
Nos preguntamos entonces de quién es la culpa y las empresas culpan a las universidades, éstas a los colegios, los mismos a sus escuelas básicas primarias y estas últimas a los hogares y seguimos sin responder el quid del verdadero asunto sin pretender encontrar culpables. No sabemos qué es escribir. Hemos aprendido a escribir suponiendo que el sentido de "esta tarea" es transcribir el sonido de las letras; pensamos que escribir es una labor individual y silenciosa, donde necesariamente se rechaza la conversación. Pero nos hemos olvidado que escribir es, ante todo, un acto de comunicación, un diálogo y una configuración personal donde lo que se plasma es una nueva obra de arte que integra sentimientos, pensamientos, perspectivas y/o teorías (entre otras) en una amalgama intelectual para ser compartida y socializada a un grupo focal específico.
Y, en este olvido, gran parte de los estudiantes universitarios perciben la expresión escrita como un quehacer memorístico y mecánico: tomar apuntes y escribir trabajos, lo que frecuentemente realizan copiando párrafos enteros de cualquier texto o, simplemente, bajando pasajes completos de un escrito hallado en la internet. Esto sucede debido a que el estudiante no ha encontrado significado al acto de escribir, ya que rara vez alguien lee lo que él escribe; y en el mejor de los casos, lo hace el profesor. En el aula, los trabajos escritos terminan siendo un trámite que hay que cumplir y así, pierden su carácter del acto recíproco y sublime de la comunicación.
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