los desastres de la guerra DESASTRES DE LA GUERRA - Goya- | Page 24

Adelantándose a los reporteros fotográficos de nuestra época, al cine político, al documental de denuncia, creó unos dibujos incomparables, lúci- dos, sin concesión alguna a lo hasta entonces considerado como primordial en la pintura, cual era buscar la belleza, desentrañarla y darle forma. Con- venciones que Goya dinamita. Introdujo una reflexión moral, un latigazo a nuestra condición asesina, donde nos muestra lo que podemos ser capaces y eso sin conocer las cotas de horror y masacre que alcanzó el infausto siglo XX. Esa reflexión moral se iba cargando de nuevas reflexiones artísticas, poniendo en entredicho cualquier referencia a los academicismos imperan- tes. Un entredicho que tendría colofón formal en sus pinturas negras. Goya, que había intentado ser un buen pintor al uso, es decir, gran- jearse las prebendas y el reconocimiento de los poderosos termina por ser el gran develador de nuestras miserias y de nuestros heroísmos, de nuestras generosidades y de nuestras maldades. Observa medita y plasma con eficacia las pulsiones más íntimas y oscuras. Saca la “cámara” a la calle y ejercita su disección como un entomó- logo de lo profundo que anida en nosotros, de las reacciones que suscita el miedo, la muerte, la venganza, la solidaridad, la rabia, de cuanto nos acon- tece bajo nuestras propias máscaras. Abandona la ironía y el sarcasmo de un observador atinado de las costumbres sociales y, en un nuevo reto, plasma las bestialidades que envuelven a los seres en circunstancias tan extremas como una guerra. La serena reflexión que nos mostró como fustigación sa- 26