los desastres de la guerra DESASTRES DE LA GUERRA - Goya- | Page 112
ser esto cierto, se trataría de la ejecución de posibles colaboradores con la
soldadesca francesa, a los que estos tratan de rescatar. Uno de ellos parece
querer amortiguar el peso del ahorcado, tal vez como acto previo a descol-
garle. El soldado de la izquierda, de manera confusa en el grabado, está
intentando consolar a una silueta abocetada de mujer, con lo que la escena
se tiñe de una ambigüedad sorprendente. Esa actitud de “humanidad ca-
ritativa”, e incluso de cierta ternura, por la que los mismos soldados que
engendran dolor también tienen su “corazoncito”, su momento de frater-
nidad comprensiva con la mujer de la izquierda -seguramente familiar de
las víctimas- nos habla de instantes de humanismo en medio de tanta atro-
cidad. Tal vez también hay ese gesto de ayuda en el soldado de la derecha
que pretende el descendimiento. Si es cierta esta interpretación el soldado
iracundo lo sería por el fracaso de no haber podido impedir el terrible ajus-
ticiamiento.
En cualquier caso parece que el epígrafe que Goya coloca va en la
dirección que señalamos; es decir, es una fuerte cosa que quienes traen el
dolor, quienes han provocado tanta muerte ahora se convierten en auxi-
liadores, en consoladores. Aún cuando Goya parece señalar críticamente el
contrasentido de: primero causáis muerte y luego queréis consolar.
La perspicacia y neutralidad serena con el que un Goya de sesenta
y cinco años se enfrenta a los acontecimientos le permite aparcar la carga
inevitable de subjetividad y registrar la pluralidad de matices que se pro-
ducen en toda contienda. Aquí nos da uno de los más sorprendentes. La
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