Los cuadernos G y H de Burdeos CUADERNOS G Y H BURDEOS REVISADO | Page 11
11
setenta y nueve pascuas floridas y sus alifafes ni sabe lo que espera ni lo que quie-
re […] le gusta la ciudad, el campo, el clima, los comestibles, la independencia y la
tranquilidad que disfruta. Desde que está aqui no ha tenido ninguno de los ma-
les que le incomodaban por allá; y sin embargo á veces se le pone en la cabeza que
en Madrid tiene mucho que hacer; y si le dejaran, se pondría en camino sobre una
mula zaina, con su montera, su capote, sus estribos de nogal, su bota y sus alforjas...”.
Pero los achaques no le dan tregua y pese a todo nada más recuperarse Moratín escribe de nuevo
a Melón el 28 de Junio de 1825: “... Goya escapó por esta vez del Aqueronte avaro; está muy
arrogantillo y pinta que se las pela, sin querer corregir jamás, nada de lo que pinta...”
El 4 de Julio de 1825, por fin le es concedida una prórroga indefinida por Fernando VII
en virtud de la delicada salud según certifican los médicos franceses y dada su edad. (3)
Tras establecerse en una nueva casa Moratín escribe a Melón el 30 de Octubre de 1825.
“Goya ha tomado una casita muy acomodada con luces Norte y Mediodia, y su po-
quito de jardin: casa sola y nuevecita, en donde se halla muy bien. Agradece tus
memorias y las devuelve con creces. Doña Leocadia, con su acostumbrada intre-
pidez, reniega á ratos, y á ratos se divierte. La Mariquita habla ya francés como
una totovía, cose y brinca y se entretiene con algunas gabachuelas de su edad...”
También por Moratín en carta a Melón de fecha 5 de junio de 1826 conocemos de su prepa-
ración para uno de los viajes a Madrid. “Las novedades que hay que comunicarte
de por aqui son de poquísima importancia. Una es el viaje de Goya, que será den-
tro de tres ó cuatro dias, dispuesto como él arregla siempre sus viajes; se va solo
y mal contento de los franceses. Si tiene la fortuna de que nada le duela en el ca-
mino, bien le puedes dar la enhorabuena cuando llegue; y si no llega, no lo extra-
ñes, porque el menor malecillo le puede dejar tieso en un rincón de una posada...”