Cuando Alí y Abel entraron al castillo les pidieron, amablemente a los reyes, si les podían dar algo de comida y un lugar para dormir. Los reyes, de tan egoístas que eran, se negaron a darle un refugio y comida y les respondieron: no tenemos nada y no vuelvan jamás. No nos gusta recibir huéspedes como ustedes.
Más tarde, Baltazar y Alana salieron del palacio para buscar a Alí y Abel y ofrecerles un poco de comida y un lugar para dormir. Después de un buen rato buscándolos, los encontraron. Al encontrarlos les dieron un peluche llamado Zanahorias y una pelota para jugar, pero lo que no sabían era que apenas frotaban el peluche, mágicamente salían de su boca unas increíbles monedas de oro.