Literatura BDSM La Sumisa Insumisa ( Rosa Peñasco ) | Page 8
además de provocador, totalmente incompatible con su condición erótica de AMO,
pero Sapiens, paciente y dicharachero desde el origen de esas charlas que más que
diálogos parecían estratagemas eróticas, nunca bajó la guardia ni de su chulería, ni
de su afán por enseñarme el mundo del BDSM:
AMOSAPIENS: ¿AMA-zona? Bueno, si te portas bien te dejaré que cabalgues un
poquito, pero sólo si te portas bien.
Marta: De sobra sabes que eso es imposible. Si yo fuera AMA-zona y tú un
AMO, lo nuestro sería como lo de todas las parejas: una vulgar lucha por el
mando.
AMOSAPIENS: Jajajajajajaja... ¡Pero qué graciosa es esta sumisa mía!
Marta: No soy de nadie, ¿eh, chulo?, de nadie...
AMOSAPIENS: No te preocupes, eso tiene arreglo: Pronto serás MÍA.
Puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que no hace mucho me habría
escandalizado todo esto, ¡y hasta creo que me habría causado repugnancia la
situación! Pero hoy no. No entiendo la razón, pero hoy no... ¿Será éste mi equipaje?
¿Será éste el verdadero camino que debo recorrer con la excusa de un viaje de tren?
Intuyo que una buena parte de mí ha decidido acudir a esta cita para averiguar
aspectos desconocidos de mí misma, a costa de buscar cosas tanto de
AMOSAPIENS como de esta nueva realidad que, con una insolencia insultante, ha
abierto un cajón prohibido de mi, hasta ahora, cómoda vida. En fin, ¡sólo espero que
no quiera hacerme salir de algún armario que no conozco ni yo!
No sé si receptiva o desesperada por poner en su sitio a ese gusanillo extraño
que lleva días alterado dentro de mí, al mismo tiempo que atravieso vagones en
busca de mi asiento, también busco señales hasta debajo de las piedras: anécdotas,
hechos, recuerdos o situaciones que me ayuden a entender todo esto o, mejor
dicho, a entenderme.
Parecerá una tontería, pero la revista Paisajes, que nada más subir al tren he
cogido de ese montón que, medio descuidado, se encontraba apilado en un rincón
de la barra de la cafetería, en vez de ayudarme al relax, ha contribuido a que me
altere más. Conste que no lo digo por las maravillosas fotos que he tenido
oportunidad de ver en esas ojeadas compulsivas que han durado décimas de
segundo, o por esos reportajes sobre lugares herm