Literatura BDSM Justine o Los Infortunios de La Virtud (Sade) | Page 96
todas las noches, el libertino bebía hasta emborracharse: pero veinte botellas de los más excelentes vinos
apenas bastaban para conseguirlo, y más de una vez le vi vaciar treinta. Sostenido por sus favoritos, el
libertino se acostaba luego cada noche en la cama con dos de ellos. Pero él no daba nada por su parte, y
todo ello no eran más que vehículos que le preparaban para la gran escena.
Mientras tanto, yo había descubierto el secreto de agradar de manera increíble a aquel hombre: confesaba
espontáneamente que pocas mujeres le habían gustado tanto. Con ello adquirí derecho a su confianza, de
la que sólo me aproveché para servir a mi ama.
Una mañana que Gernande me había hecho ir a su gabinete para comunicarme unos nuevos proyectos de
libertinaje, después de haberle escuchado y aplaudido calurosamente, quise, viéndole bastante tranquilo,
intentar enternecerle sobre la suerte de su desdichada esposa:
—¿Es posible, señor —le dije—, que podáis tratar a una mujer de esta manera, independientemente de
todos sus vínculos con vos? Dignaos pensar en las gracias conmovedoras de su sexo.
—¡Oh, Thérèse! —me contestó el conde—. Sé inteligente. ¿Cómo puedes utilizar como razones para
calmarme las que precisamente más me e