Literatura BDSM Justine o Los Infortunios de La Virtud (Sade) | Page 44
esa piel tan fresca.
Julie grita... unos gritos tan agudos que desgarraban mi alma... las lágrimas manan bajo su vendas y caen
como perlas sobre sus hermosas mejillas. Rodin aún se enfurece más... Lleva sus manos a las partes
maltratadas, las toca, las aprieta, parece prepararlas para nuevos asaltos. No tardan en seguir a los
primeros, Rodin comienza de nuevo, no asesta un solo golpe que no vaya precedido de un insulto, de una
amenaza o de un reproche... aparece la sangre... Rodin se extasía; se deleita contemplando las pruebas
palpables de su ferocidad. Ya no puede contenerse, el estado más indecente manifiesta su llama; ya no
teme descubrirse del todo. Julie no puede verle... Por un instante se acerca a la brecha, le gustaría
encaramarse sobre ella como un vencedor, pero no se atreve. Recomenzando nuevas tiranías, Rodin
fustiga con toda su fuerza. Acaba por entreabrir a fuerza de cintarazos el asilo de las gracias y de la
voluptuosidad... Está totalmente fuera de sí; su borrachera ha llegado al punto de impedirle el uso de la
razón: jura, blasfema, vocifera, nada escapa a sus bárbaros golpes, todo cuanto se ve es tratado con el
mismo rigor; pero el malvado consigue dominarse, percibe la imposibilidad de ir más lejos sin el peligro
de perder unas fuerzas que le son necesarias para nuevas operaciones.
—Vístete —le dice a Julie, desatándola y vistiéndose también él—. Si vuelves a repetirlo, piensa que no
te escaparás con tan poco.
Devuelta Julie a su clase, Rodin va a la de los muchachos. Trae consigo inmediatamente u