Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 93

—Destrozado y despojado —contesta inmediatamente. Oh, mi Cincuenta Sombras. Sacudo la cabeza, le dedico una leve sonrisa tranquilizadora y se relaja. —Algún día tendrás que contarme exactamente por qué esto es un límite infranqueable, por favor. —Algún día —murmura, y se diría que en una milésima de segundo ha superado su vulnerabilidad. ¿Cómo puede cambiar tan deprisa? Es la persona más voluble que conozco. —Veamos el resto de tu lista… Invadir tu privacidad. —Al considerar este tema, tuerce el gesto—. ¿Por qué sé tu número de cuenta? —Sí, es indignante. —Yo investigo el historial y los datos de todas mis sumisas. Te lo enseñaré. Da media vuelta y se dirige a su estudio. Yo le sigo obediente, aturdida. De un archivador cerrado con llave, saca una carpeta. Con una etiqueta impresa: ANASTASIA ROSE STEELE. Madre mía. Le miro fijamente. Él se encoge de hombros a modo de disculpa. —Puedes quedártelo —dice tranquilamente. —Bueno, vaya, gracias —replico. Hojeo el contenido. Tiene una copia de mi certificado de nacimiento, por Dios santo, mis límites infranqueables, el acuerdo de confidencialidad, el contrato — Dios…—, mi número de la seguridad social, mi currículo, informes laborales… —¿Así que sabías que trabajaba en Clayton’s? —Sí. —No fue una coincidencia. No pasabas por allí… —No. No sé si enfadarme o sentirme halagada. —Esto es muy jodido. ¿Sabes? —Yo no lo veo así. He de ser cuidadoso con lo que hago. —Pero esto es privado. —No hago un uso indebido de la información. Esto es algo que puede conseguir cualquiera que esté medianamente interesado, Anastasia. Yo necesito información para tener el control. Siempre he actuado así. Me mira inescrutable, con cierta cautela. —Sí haces un uso indebido de la información. Ingresaste en mi cuenta veinticuatro mil dólares que yo no quería. Sus labios se convierten en una fina línea. —Ya te lo dije. Es lo que Taylor consiguió por tu coche. Increíble, ya lo sé, pero así es.