Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 84
—¿Y bien? —pregunto, exasperada.
¿Va a explicármelo?
—Era Welch.
—¿Quién es Welch?
—Mi asesor de seguridad.
—Vale. ¿Qué ha pasado?
—Leila dejó a su marido hace unos tres meses y se largó con un tipo que
murió en un accidente de coche hace cuatro semanas.
—Oh.
—El imbécil del psiquiatra debería haberlo previsto —dice enfadado—. El
dolor… ese es el problema. Vamos.
Me tiende la mano y yo le entrego la mía automáticamente, pero enseguida
la retiro.
—Espera un momento. Estábamos en mitad de una conversación sobre
«nosotros». Sobre ella, tu señora Robinson.
Christian endurece el gesto.
—No es mi señora Robinson. Podemos hablar de esto en mi casa.
—No quiero ir a tu casa. ¡Quiero cortarme el pelo! —grito.
Si pudiera concentrarme solo en eso…
Él vuelve a sacarse la BlackBerry del bolsillo y marca un número.
—Greta, Christian Grey. Quiero a Franco en mi casa dentro de una hora.
Consúltalo con la señora Lincoln… Bien. —Guarda el teléfono—. Vendrá a la una.
—¡Christian…! —farfullo, exasperada.
—Anastasia, es evidente que Leila sufre un brote psicótico. No sé si va
detrás de mí o de ti, ni hasta dónde está dispuesta a llegar. Iremos a tu casa,
recogeremos tus cosas, y puedes quedarte en la mía hasta que la hayamos localizado.
—¿Por qué iba a querer yo hacer eso?
—Así podré protegerte.
—Pero…
Me mira fijamente.
—Vas a volver a mi apartamento aunque tenga que llevarte arrastrándote de
los pelos.
Le miro atónita… esto es alucinante. Cincuenta Sombras en glorioso
tecnicolor.
—Creo que estás exagerando.
—No estoy exagerando. Vamos. Podemos seguir nuestra conversación en
mi casa.
Me cruzo de brazos y me quedo mirándole. Esto ha ido demasiado lejos.
—No —proclamo tercamente.
Tengo que defender mi postura.