Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 81
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Greta, ¿con quién está hablando el señor Grey?
Mi rebelde cabellera empieza a picarme y quiere abandonar el edificio,
mientras mi subconsciente me grita que le haga caso. Pero yo aparento bastante
indiferencia.
—Ah, es la señora Lincoln. Es la propietaria, junto con el señor Grey.
Greta parece muy dispuesta a hablar.
—¿La señora Lincoln?
Creía que la señora Robinson estaba divorciada. Quizá haya vuelto a
casarse con algún pobre infeliz.
—Sí. No suele venir, pero hoy uno de nuestros especialistas está enfermo, y
ella le sustituye.
—¿Sabe usted el nombre de pila de la señora Lincoln?
Greta levanta la vista, me mira ceñuda y frunce esos labios rosa brillante,
censurando mi curiosidad. Maldita sea, puede que haya ido demasiado lejos.
—Elena —dice de mala gana.
Al verificar que mi sexto sentido no me ha abandonado, me invade una
extraña sensación de alivio.
¿Sexto sentido?, se burla mi subconsciente. ¡Sentido pedófilo!
Ellos siguen inmersos en la conversación. Christian le cuenta algo
apresuradamente a Elena. Ella parece preocupada, asiente, hace muecas y menea la
cabeza. Alarga la mano y le acaricia el brazo con dulzura mientras se muerde el labio.
Asiente de nuevo, me mira y me dedica una sonrisa tranquilizadora.
Yo solo soy capaz de mirarla con cara de palo. Creo que estoy
escandalizada. ¿Cómo se le ha ocurrido traerme aquí?
Ella le susurra algo a Christian, que dirige la mirada brevemente hacia
donde yo estoy, y luego se vuelve hacia Elena y contesta. Ella asiente y creo que le
desea suerte, pero mi habilidad para leer los labios no es muy buena.
Cincuenta vuelve con paso firme y la ansiedad marcada en el rostro.
Maldita sea, claro. La señora Robinson vuelve a la trastienda y cierra la puerta.
Christian frunce el ceño.
—¿Estás bien? —pregunta, tenso y cauto.
—La verdad es que no. ¿No has querido presentarme?
Mi voz suena fría, dura.
Él se queda con la boca abierta, como si hubiera tirado de la alfombra
debajo de sus pies.