Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 61
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Cuando recobro la cordura, abro los ojos y alzo la mirada a la cara del
hombre que amo. Christian tiene una expresión suave, tierna. Frota su nariz contra la
mía, se apoya en los codos y, tomando mis manos entre las suyas, las coloca junto a mi
cabeza. Sospecho que, por desgracia, lo hace para que no le toque. Me besa los labios
con dulzura mientras sale de mí.
—He echado de menos esto —dice en voz baja.
—Yo también —susurro.
Me coge por la barbilla y me besa con fuerza. Un beso apasionado y
suplicante, ¿pidiendo qué? No lo sé, y eso me deja sin aliento.
—No vuelvas a dejarme —me implora, mirándome con seriedad a lo más
profundo de mis ojos.
—Vale —murmuro, y le sonrío. Me responde con una sonrisa
deslumbrante: de alivio, euforia y placer adolescente, combinados en una mirada
encantadora que derretiría el más frío de los corazones—. Gracias por el iPad.
—No se merecen, Anastasia.
—¿Cuál es tu canción favorita de todas las que hay?
—Eso sería darte demasiada información. —Sonríe satisfecho—. Venga,
prepárame algo de comer, muchacha, estoy hambriento —añade, incorporándose de
repente en la cama y arrastrándome con él.
—¿Muchacha? —digo con una risita.
—Muchacha. Comida, ahora, por favor.
—Ya que lo pide con tanta amabilidad, señor… Me pondré ahora mismo.
Al levantarme rápidamente de la cama, la almohada se mueve y aparece
debajo el globo deshinchado del helicóptero. Christian lo coge y me mira,
desconcertado.
—Ese es mi globo —digo con afán posesivo mientras cojo mi bata y me
envuelvo con ella.
Oh, Dios… ¿por qué ha tenido que encontrar eso?
—¿En tu cama? —murmura.
—Sí. —Me ruborizo—. Me ha hecho compañía.
—Qué afor GV