Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 36
Enderezo la espalda y le miro.
—¿Por qué no?
—Porque mañanas tienes que trabajar.
—Oh —digo con un mohín.
—¿Por qué, tenías algo en mente?
Me ruborizo.
—Bueno, puede…
Se echa a reír.
—Anastasia, no pienso volver a tocarte, no hasta que me lo supliques.
—¡Qué!
—Así empezarás a comunicarte conmigo. La próxima vez que hagamos el
amor, tendrás que decirme exactamente qué quieres, con todo detalle.
—Oh.
Me aparta de su regazo en cuanto Taylor aparca delante de mi apartamento.
Christian baja de un salto y me abre la puerta del coche.
—Tengo una cosa para ti.
Se dirige a la parte de atrás del coche, abre el maletero y saca un gran
paquete de regalo. ¿Qué demonios es eso?
—Ábrelo cuando estés dentro.
—¿No vas a pasar?
—No, Anastasia.
—¿Y cuándo te veré?
—Mañana.
—Mi jefe quiere que salga a tomar una copa con él mañana.
Christian endurece el gesto.
—¿Eso quiere?
Su voz está impregnada de una amenaza latente.
—Para celebrar mi primera semana —añado enseguida.
—¿Dónde?
—No lo sé.
—Podría pasar a recogerte por allí.
—Vale… Te mandaré un correo o un mensaje.
—Bien.
Me acompaña hasta la entrada del vestíbulo y espera mientras saco las
llaves del bolso. Cuando abro la puerta, se inclina, me coge la barbilla y me echa la
cabeza hacia atrás. Deja la boca suspendida sobre la mía, cierra los ojos y dibuja un
reguero de besos desde el rabillo de un ojo hasta la comisura de mi boca.
Siento que mis entrañas se abren y se derriten, y se me escapa un leve
quejido.
—Hasta mañana —musita él.