Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 304

—Solo digo que le controles, nada más. Mira, me alegro de que estés bien. ¿A qué hora te recojo? —Te mandaré un e-mail. —Desde tu BlackBerry —dice con severidad. —Sí, señor —replico a mi vez. —Hasta luego, nena. —Adiós… Sigue al teléfono. —Cuelga —le regaño, sonriendo. Él suspira profundamente. —Ojalá no hubieras ido a trabajar esta mañana. —Yo pienso lo mismo. Pero estoy ocupada. Cuelga. —Cuelga tú. Puedo notar su sonrisa. Oh, el Christian juguetón. Adoro al Christian juguetón. Mmm… Adoro a Christian, punto. —Ya estamos otra vez… —Te estás mordiendo el labio. Maldita sea, tiene razón. ¿Cómo lo sabe? —¿Ves?, tú crees que no te conozco, Anastasia. Pero te conozco mejor de lo que crees —murmura seductoramente, de esa forma que me deja sin fuerzas y hace que me derrita. —Christian, ya hablaremos más tarde. Ahora mismo yo también desearía sinceramente no haberme ido esta mañana. —Esperaré su correo, señorita Steele. Cuelgo, y me apoyo en el frío y duro vidrio del escaparate de la tienda. Oh, Dios, incluso por teléfono me posee. Sacudo la cabeza para dejar de pensar en Christian Grey y entro en la tienda, deprimida al pensar de nuevo en Jack. *** Cuando vuelvo, me pone mala cara. —¿Te parece bien que salga a comer ahora? —le pregunto cautelosa. Él levanta la vista y me mira aún más malhumorado. —Si no hay más remedio… —me suelta—. Cuarenta y cinco minutos. Para recuperar el tiempo que has perdido esta mañana. —Jack, ¿puedo preguntarte una cosa? —¿Qué? —Hoy pareces muy disgustado. ¿He hecho algo que te haya molestado? Se me queda mirando. —Ahora mismo no estoy de humor para hacer una lista de tus fallos. Tengo trabajo. Devuelve la mirada a la pantalla de su ordenador, echándome claramente.